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((**Es15.365**) tramados con la pasada comisión, que, en vez de cumplir con su deber, dejaba que otros hicieran lo que les daba la real gana, como se dice en Roma 1. Así, cuando pasaron los hielos del crudo invierno, los obreros pudieron reanudar el trabajo. Se trabajaba a más no poder para ganar el tiempo perdido, hasta que, en pleno verano, un estorbo ((**It15.420**)) inesperado amenazó con producir una reducción de la marcha. Lo tratamos aquí, aunque la cuestión pertenezca a 1883. El arquitecto Vespignani, quizás demasiado susceptible a malas insinuaciones de intrigantes, renunció improvisamente a su cargo de dirigir la construcción y comunicó su decisión al Cardenal Vicario. El Cardenal, naturalmente, quiso que pusiera por escrito las razones que le habían inducido a ello. Y él alegó cinco: 1.¦ cambios arbitrarios en las dimensiones de algunos muros y de algunas bóvedas; 2.¦ novedades arbitrariamente introducidas y sin las necesarias cautelas; 3.¦ requerimiento de dibujos para los nuevos trabajos; 4.¦ falsa suposición de que él quisiese decoraciones superfluas y demasiado costosas; 5.¦ intención mal encubierta de desentenderse de su persona. Cuando el Cardenal tuvo en su poder el escrito, lo remitió a don Francisco Dalmazzo, el cual, no sabiendo qué responder, o bien, con la recta intención de ponerse de acuerdo con Su Eminencia, pidióle consejo sobre lo que debía hacerse. El Cardenal, en vez de aconsejar, tomó el escrito de Vespignani y se lo envió a don Bosco, acompañándolo secamente con esta nota: <>. Don Bosco ordenó enseguida a don Francisco Dalmazzo que escribiera su modo de ver sobre cada una de las acusaciones del arquitecto y enviase sus observaciones a Turín. El Procurador obedeció 2; y después escribió don Bosco al Cardenal: Eminencia Reverendísima: Yo deseaba que el señor conde Vespignani no se hubiese dirigido a V. E. para asuntos de la construcción de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, y ello para no añadir más ocupaciones a las ya innumerables que consumen su precioso tiempo.Pero, vista su nota acompañando la carta del Arquitecto, he debido enviar todo a Roma para obtener las observaciones exactas sobre la situación, de acuerdo con lo adjunto. ((**It15.421**)) La cuestión siempre se apoyará en la diversidad del modo de actuar. Entre nosotros, el ingeniero presenta los planos concluidos, y el empresario se pone 1 Carta de don Angel Savio a don Miguel Rúa, Roma, 20 de febrero de 1883. 2 Véase Apénd. Doc. núm 64. (**Es15.365**))
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