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Pocos días antes se había dirigido a la
princesa Clotilde, hija de Víctor Manuel II y
esposa de Jerónimo Bonaparte, que habitualmente
vivía en el castillo de Moncalieri.
Alteza Real Imperial:
Creo que V. A. R. I. sabrá que el Padre Santo
ha confiado a los Cooperadores Salesianos la
construcción de la iglesia y el internado del
Sagrado Corazón en Roma. Yo soy el postulante
principal, que va buscando, en nombre de Su
Santidad, los medios necesarios que, en realidad,
empiezan a faltar.
Por esta razón me he atrevido a recurrir
también a la reconocida bondad de V. A. R. I. que,
en la medida de lo posible, no rehúsa nunca
cooperar en favor de las obras de beneficencia.
Tengo, además, un motivo especial en este caso,
puesto que se trata de honrar al Sagrado Corazón
de Jesús, a quien sé tiene V. A. mucha devoción.
Por la circular que le adjunto, podrá conocer
mucho mejor la extensión e importancia de la obra.
La construcción alcanza ya la altura de seis
metros, a nivel del suelo.
Yo me valgo del señor Canónigo, el preboste
Ballesio, mi exalumno, a quien puede entregar, si
le parece bien a V. A., la respuesta que le
inspire la caridad de su corazón. Por mi parte
puedo asegurarle que, en medio de las pasadas
vicisitudes, siempre he encomendado a V. A. y a
toda su augusta familia en nuestras oraciones
comunitarias y privadas y le prometo que
seguiremos haciéndolo en adelante, juntamente con
los ochenta mil muchachos que la divina
Providencia recoge en nuestras casas.
((**It15.405**)) Que
Dios la bendiga, piadosa y digna princesa de la
casa de Saboya.
Dios conserve en buena salud y en su santa
gracia a V. A. y a todos sus hijos y me permita
que, con la máxima veneración, tenga el alto honor
de poderme profesar humildemente
De V.A.R.I.
Turín, 24 julio 1881.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Aunque nos faltan documentos para probarlo, con
todo estamos convencidos de que la <>, como el pueblo la llamaba por sus
virtudes y obras benéficas, haya hecho llegar al
Beato el óbolo de su caridad, de un modo secreto o
quizá bajo otro nombre. Estas dos almas santas no
se encontraron nunca en esta vida. En los últimos
años de la vida de don Bosco la Princesa deseaba
con ardor una entrevista con él; pero la etiqueta
de la Corte no le permitía ir a su casa y los
achaques y consideraciones le impedían a él ir a
Moncalieri. Finalmente se pudo combinar por medio
del canónigo Ballesio que la Princesa iría una
mañana a la sacristía de María Auxiliadora, donde
la esperaría don Bosco; pero éste, poco después de
lo acordado, cayó en cama y ya no se levantó.
(**Es15.352**))
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