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((**Es15.336**) Con este fin y, además, para que la dedicación resulte más solemne, sería mi más ardiente deseo que tomaran parte en ella nuestros Cooperadores, no sólo de Turín, sino de otras ciudades y naciones; pero como no les será posible a todos, les invito a unirse en espíritu, de la forma que a cada uno le sugiera su propio corazón. Si V. S., o alguno de la familia, tiene posibilidad y quiere asistir personalmente, encontrará más abajo el horario de las funciones que se desarrollarán durante los ocho días de la Dedicación. He querido dar esta comunicación a V. S. Benemérita, a fin de que goce en el Señor porque su caridad comienza a obtener el santo fin con que la hizo, a saber, la gloria de Dios, el triunfo de la religión y la salvación de las almas. Las alabanzas que a partir de ese día se elevarán a Dios, las oraciones que harán tantos millones de devotos, la salud espiritual que obtendrán aquí tantos miles de fieles, son otros tantos bienes de los que participará V. S. y por los cuales recibirá del Señor una copiosa merced a su debido tiempo. Por mi parte, no dejaré de unir mis pobres oraciones a las de los Salesianos y los muchachos a ellos confiados; pediré todos los días al Señor que se digne derramar sus más selectas bendiciones sobre V. S. y sobre ((**It15.386**)) sus parientes aquí en esta vida y le conceda un premio especial en la vida futura, según sus propias palabras: <>. Quiera, finalmente, V. S. continuar prestándome el valioso apoyo de su caridad para las muchas obras que la bondad de Dios ha puesto en nuestras manos, a fin de que podamos hacer algún bien a nuestro prójimo, sobre todo a la pobre juventud abandonada, mientras que, con el sentimiento de la más profunda gratitud, tengo el honor de profesarme, De V. S. Benemérita Turín, 15 octubre 1882. Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. N. B.: La iglesia está terminada en todas sus partes, aunque todavía faltan algunos objetos de menor importancia, que ya están encargados. No debo, sin embargo, callar que quedan por pagar cuarenta y cinco mil liras, parte por el órgano y parte por la decoración y otros trabajos acabados en estos últimos meses. El que pueda, por tanto, y me ayude a saldar esa deuda hará verdaderamente un acto de caridad y de religión, y Dios ciertamente no dejará de otorgarle una digna recompensa. No olvidó los tesoros espirituales, de los que hizo humilde súplica al Padre Santo. Beatísimo Padre: El sacerdote Juan Bosco, postrado humildemente a los pies de Vuestra Santidad, le ruega quiera conceder para la próxima solemnidad de la consagración de la iglesia de san Juan Evangelista en Turín, y para todo el octavario, indulgencia plenaria a (**Es15.336**))
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