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-No se burle, don Bosco, replicó aquél; no soy
ningún caballero, sino un simple industrial que
hace sus negocios como puede.
-Sin embargo, una persona como usted
necesitaría alguna condecoración que le hiciera,
como a tantos otros de su rango, más respetable
ante sus subalternos, su clientela y la sociedad.
>>No le parece?
-Cierto, no me disgustaría la cosa.
-Pues bien, escuche. Usted ha tomado el trabajo
del pavimento para la iglesia de San Juan. >>No
podría hacerme gratuitamente el trabajo y me
libraría de una preocupación? Sería una obra buena
a los ojos de Dios. Por mi parte, me comprometo a
que le concedan la cruz de caballero.
-Se podría hacer esto, dijo aquel señor.
-Pues entonces, cosa hecha, concluyó don Bosco.
Sin embargo, en la práctica, pensaba Repetto
que era demasiado malgastar liras por una
condecoración. Manifestó ((**It15.370**)) su
indecisión a don Antonio Sala, el cual lo exhortó
a que hiciera cuanto don Bosco deseaba, contándole
que la generosidad con don Bosco siempre había
aportado fortuna. En efecto, el señor Repetto hizo
el pavimento, obtuvo la cruz de caballero y, poco
después, por medio del Oratorio, recibió el
encargo de un monumento a monseñor Vera en la
catedral de Montevideo, con lo que ganó una buena
cantidad 1.
La puerta principal constituye un nuevo trabajo
artístico en Turín. Es de madera de nogal, con
bajorrelieves en bronce. La dibujó el profesor
Boidi, expresando una idea de don Bosco, el cual
quería que, al entrar los turineses en aquel
templo, recordasen que era un monumento a Pío IX.
Destacan en ella de modo especial dos cuadros,
que representan las dos solemnidades más
sobresalientes celebradas por aquel Papa: la
definición dogmática de la Inmaculada Concepción
de María Santísima y la proclamación de san José
como Patrono universal de la Iglesia. En el
primero hay un detalle digno de mención. Ante el
Pontífice, está un Prelado revestido de dalmática,
con modesto ademán, sosteniendo un libro abierto:
por sugerencia de don Bosco el artista representó
en él la figura del intrépido monseñor Luis
Fransoni, que era Arzobispo de Turín en el 1854,
año de la definición. Las gastos de todo corrieron
a cargo del exalumno don Juan Anfossi, quien,
habiendo quedado huérfano a los trece años, fue
recogido por don Bosco
1 Tenemos el borrador de la carta dirigida por
don Bosco al Ministro de Gobernación, para la
condecoración (Apéndice, doc. núm. 51).
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