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evangelio, se ve al Apóstol ante la asamblea de
los fieles llenos de veneración con su respetable
persona, que presenta al Obispo de Esmirna a un
muchacho, para que lo eduque para el santuario; en
el cuadro de enfrente está san Juan en un peñascal
donde alcanza y estrecha contra su pecho al pobre
muchacho, que se pervirtió y convirtió en capitán
de bandidos. El pintor quiso representar, en las
dos escenas, la obra preservadora y redentora de
don Bosco en pro de la juventud. En el presbiterio
en la parte correspondiente con estas dos
historias, hay dos grupos de ángeles, trabajo de
José Rollini, exalumno del Oratorio, que cantan un
himno de gloria y de victoria al Cordero de Dios,
el cual rompe los sellos que cierran el libro de
los futuros destinos reservados a la Iglesia, como
narra san Juan en su Apocalipsis.
El templo está dividido en tres naves. Sobre
las paredes laterales se destacan siete medallones
(hay uno sobre la puerta) de los siete obispos del
Asia Proconsular, mencionados en el Apocalipsis de
san Juan. Los pintó el maestro Reffo. Otros dos
medallones adornan las paredes del fondo de las
naves laterales sobre cada una de sus puertas. En
ellos pintó el profesor Salvino Caneparo, de la
Real Academia Albertina, a san Alfonso María de
Ligorio a la derecha y a la izquierda a san
Francisco de Sales, los dos santos declarados
doctores de la Iglesia por Pío IX. Estas dos naves
continúan alrededor del ábside, formando un cómodo
corredor, que permite dar la vuelta por detrás del
altar mayor sin estorbar las funciones.
((**It15.369**)) Hay en
las paredes diez altos ventanales y seis
grandiosos rosetones, por los que entra en la
iglesia una luz moderada. Los ventanales tienen
vidrieras de colores, que dejan penetrar una luz
suficiente para favorecer el fervor religioso. Los
cinco rosetones que están bajo el medio casquete
esférico del ábside, presentan pintadas al vidrio,
las figuras de san Juan Evangelista, Santiago, san
Andrés, san Pedro y san Pablo.
Hay seis altares laterales: los dos más
importantes están dedicados a la Inmaculada y a
san José, y todos tienen imágenes de varios
autores, notables por su mérito relevante. El
altar mayor, de forma oriental, tiene doble mesa y
un grandioso tabernáculo; lo circunda una gran
balaustrada en piedra de Satrio con cuatro bonitas
cancelas de acceso.
El pavimento de mármol en mosaico a la
pompeyana tiene su pequeña historia. El
presupuesto suponía un gesto de nueve mil liras.
Un día se encontró don Bosco en Sampierdarena con
el Señor Repetto, que poseía en Lavagna Lígure una
cantera de mármol, y lo saludó dándole el título
de caballero.
(**Es15.322**))
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