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presentase una terna de elegibles, entre las
cuales elegir a la Madre general; pero don Juan
Cagliero se opuso de plano. Las votantes eran
veintiuna. Resultó elegida sor Catalina Daghero,
de Cumiana. Las Reglas requerían treinta y cinco
años de edad, y ella sólo tenía veinticinco; pero
don Bosco le concedió la dispensa. La elección fue
recibida por doquiera con viva alegría, pues la
nueva Superiora ya gozaba de notable prestigio
ante todas las hermanas, las de cerca y las de
lejos.
Cuando se hacían los preparativos para la
elección, encontróse ella con don Bosco y le dijo
el Siervo de Dios:
-Tengo preparada una preciosa caja de amargos
para la pobrecita que deberá suceder a Madre
Mazzarello, porque, ípobrecita!
En efecto, envió a las superioras no una, sino
dos cajas, la primera de amargos y la segunda de
bombones, con la siguiente cartita:
A la futura Madre Superiora general de las
Hijas de María Auxiliadora:
Reverenda Madre Superiora general:
He aquí unos bombones para distribuir entre
vuestras hijas. Quedaos vos con la dulzura que hay
que tener siempre con todos; pero estad siempre
dispuesta a recibir los amargos, o mejor, los
bocados amargos cuando Dios quiera mandároslos.
Que Dios os bendiga y os dé virtud y fuerza
para santificaros a vos y a toda la comunidad, que
se os ha confiado.
Rezad por mí que os soy en J. C.
Nizza Monferrato, 12 de agosto de 1881.
Atento y humilde servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
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Acabada la reunión, salieron todas las hermanas al
patio y rodearon a don Bosco con quien estaba la
condesa Gatti. Dijo el Beato:
-íSois ya muchas! La casa es grande, pero aún
lo será más. íTened ánimo! Habéis perdido una
Madre humilde, pero ya tenéis otra humildísima;
teníais una santa y tenéis ya otra que no lo será
menos...
>>Dónde está vuestra Superiora? Id a buscarla y
decidle que se deje ver.
La buscaron y la encontraron acurrucada en el
desván y deshecha en llanto.
Aquella noche se celebró en el teatro colegial
una fiestecita por la elección de la Madre general
y en honor de don Bosco. El buen Padre quiso que
la Madre Daghero se colocara entre él y la condesa
Gatti. Al fin de la fiesta dijo:
-Esta es, ahora, vuestra Madre. Y vos, Madre,
tenéis aquí a vuestras
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