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en las mejores condiciones. Y entonces, con una
rapidez extraordinaria, se empezaron los trabajos
de adaptación para principiar también cuanto antes
el internado. Pero, en lo mejor de los trabajos,
comenzó a faltar el dinero; por ello, escribió don
Bosco una circular en San Benigno, que mandó a
Florencia, en la que decía:
Desde lejos, acudo a su reconocida caridad para
una obra totalmente dirigida a la juventud
florentina en peligro.
Creo será de su conocimiento que, para remediar
un tanto el grave daño que causan los protestantes
a los pobres muchachos de esta ciudad, se han
comenzado un oratorio festivo y un internado para
los más abandonados.
Pero su gran número ha puesto enseguida en
evidencia la incapacidad del edificio y el mucho
bien que se podría hacer a un número mayor, si se
tuvieran locales más espaciosos. Impelido, pues,
por esta grave y creciente necesidad, animado por
S. E. monseñor Cecconi, arzobispo de la diócesis
y, confiado en la caridad de los florentinos, que
nunca me faltó, me ha parecido bien empezar la
reparación y ((**It15.337**))
agrandamiento de los locales ya ocupados. Los
trabajos progresaron rápidamente; pero ha empezado
a escasear el dinero y, a pesar de la buena
voluntad, me encuentro en peligro de tener que
suspender la piadosa obra dirigida al bien de la
religión y de la moralidad.
Para no dejar de intentar nada en una obra, que
es de interés público y privado, acudo también a
su celo y a su caridad. Dios recompensará
ciertamente su acto de beneficencia; y los
muchachos a quienes, gracias a su generosidad, se
ayudará a volver al camino del honor y de su
eterna salvación, ciertamente invocarán cada día
las bendiciones del Cielo sobre usted y toda su
familia.
Confiando en su valiosa aportación, ruego al
Señor que le conceda largos años de vida con buena
salud, mientras, con todo mi agradecimiento, tengo
el alto honor de profesarme, etc.
Casi contemporáneamente se valió de una ocasión
para manifestar a la condesa Uguccioni su gratitud
y recomendarle indirectamente la obra.
Nuestra buena mamá en J. C.:
Asegure al señor Pestellini que rezaremos mucho
por él en el altar de María y que confíe en la
gran bondad de esta común bienhechora del género
humano.
Lo nuestro en Florencia ha comenzado; tendremos
que hacer mucho, pero no faltará el auxilio de
Dios. íAnimo! Usted será siempre nuestra querida
mamá y la primera de nuestras bienhechoras.
Que Dios la bendiga, benemérita señora mamá; y
con usted a su familia grande y pequeña y continúe
rezando por este pobrecillo que agradecido, será
siempre en Jesús y María,
Turín, 6 de octubre 1881.
Su
muy agradecido hijo
JUAN BOSCO, Pbro.
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