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En 1881-82 los señores principales de Oulx,
pueblo de montaña en el distrito de Susa, se
afanaron por alcanzar que don Bosco fuese a abrir
allí un internado con bachillerato para todo aquel
valle. Se estudiaron diversos planes, mas, por
entonces, faltó lugar para establecerse.
T U R I N
Vamos a sacar del olvido un hecho, que merece
ser recordado, porque honra a don Bosco y pone de
relieve su habitual clarividencia en los asuntos.
Faltó poco para que tuviera la dirección
espiritual del Hospital de San Mauricio de Turín.
La Orden de San Mauricio fue instituida por
Manuel Filiberto, duque de Saboya, en 1573, con la
fusión de la Orden Militar de San Mauricio, creada
en 1434 por Amadeo VIII, y los Hospitalarios de
San Lázaro, cuyos orígenes se remontan al siglo
XII. Es aún la Orden de Caballería más prestigiosa
después de la de la Santísima Anunciación, cuyo
Gran Maestre es el Rey. Gracias a la contribución
del Estado y a la beneficencia de los
particulares, la Orden fundó en sus comienzos, en
la parte oriental de Turín, un hospital que se
llamó Mauriciano o de los Caballeros, que fue
ampliando sus modestos principios hasta albergar
un gran número de enfermos. Primero se encontraba
fuera de la población, pero, al ensancharse la
ciudad, acabó por encontrarse rodeado de
edificaciones y, dado el crecimiento de sus
habitantes, ya no alcanzaba más amplias
proporciones ni mejor emplazamiento. ((**It15.309**)) Se
encontró el sitio adecuado a lo largo de la calle
Stupinigi, donde no había ya más que desear por
razones de desahogo y salubridad.
Pero encontrar emplazamiento no era lo mismo
que contar con medios de subsistencia. No eran
tales las finanzas de la Orden de San Mauricio
como para hacer frente a grandes desembolsos. El
rey Humberto habló de ello con sus consejeros,
especialmente con César Correnti, primer
Secretario del Gran Maestrazgo de la Orden y que
había sido en dos ocasiones Ministro de
Instrucción Pública; pero la solución del problema
se presentaba difícil por emás. Ahora bien, César
Correnti conocía muy bien a don Bosco; más aun,
Lemoyne nos hace saber, por sus apuntes, que le
debía un gran favor, por el que se sentía obligado
y estaba deseoso de mostrarle con los hechos su
agradecimiento. Podría darse que la cuestión se
remontase al tiempo en que, partidario de Mazzini,
se encontraba en Turín como desterrado político de
Lombardía. Cuando la cuestión del cierre de las
escuelas, había intervenido con el prestigio de su
nombre en defensa de don
(**Es15.272**))
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