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a las necesidades de toda clase y a las
innumerables llamadas, que se le hacen desde el
viejo y el nuevo mundo>>.
Y, por fin, concluía así:
<>.
Don Bosco fijó la pauta para responder, en
estas líneas: a don Celestino Durando: <>.
G I R G E N T I, A G I R A Y L E O N
F O R T E
Era Obispo de Girgenti, hoy Agrigento, monseñor
Domingo Turano, el cual dio prueba de admirable
constancia en su deseo de tener a los Salesianos.
Refería, el año 1883, a don Bosco que, en una
populosa ciudad marítima de la diócesis (debía
tratarse de Sciacca), había una persona piadosa,
la cual deseaba que don Bosco fundase un colegio
privado con los cinco cursos de bachillerato para
el que dedicaba una renta de cuatro mil liras;
poco después propuso la apertura de una casa de
las Hijas de María Auxiliadora en la misma ciudad;
al año siguiente, se conformaba con dos
salesianos, ((**It15.300**)) que
organizasen allí mismo una escuela elemental
privada. A pesar de las tres negativas, el buen
Obispo, siempre en nombre de la citada persona,
dispuesta a comprar y ceder una casa con este fin,
se contentaba con un salesiano y un coadjutor para
montar un primero o segundo de bachillerato. En su
pensamiento debía abrigar la idea de que,
conseguido uno, sería fácil lograr los demás. Pero
las condiciones propuestas se apoyaban sobre la
arena de meras posibilidades futuras.
Cuando llegó a la sede de Agrigento el hermano
del obispo de Noto, monseñor Cayetano Blandini, se
encaró con el problema de la reorganización de un
colegio de la ciudad, el colegio Gioeni, así
llamado por el nombre del obispo que lo había
fundado. Estaba destinado a la formación de
aprendices, pero, al secularizarse, se convirtió
en un antro de desórdenes tal, que la autoridad
estaba a punto de cerrarlo. El Obispo esperaba que
los salesianos remediarían tanto mal, pero, una
vez realizada la transformación del centro, todos
los buenos deseos se estrellaron contra extrañas
influencias. Para decirlo todo, la cuestión volvió
a aparecer mucho más tarde: el primer inspector
salesiano de Sicilia, don José Bertello, quiso
patrocinar la aceptación, ya que nada se
compaginaba mejor con la institución salesiana que
una
(**Es15.265**))
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