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de tal forma que, a la muerte del benévolo
Arzobispo, nada habría garantizado a los
Salesianos ante desagradables novedades. La
Providencia ((**It15.292**)) debía
conducir a los Salesianos por otro camino hasta
Mesina, y, con ellos, también a las Hijas de María
Auxiliadora; pero, si hoy unos y otras han creado
en la ciudad y en la archidiócesis un conjunto
maravilloso de obras, hay que agradecérselo al
celo iluminado y perseverante del cardenal
Guarino, que preparó el terreno, aunque del fruto
sólo vio espléndidas promesas. Las obras de Dios
se realizan ordinariamente poco a poco.
S I R A C U S A
Vivía en Nápoles la marquesa de Castel Lentini,
María del Carmen Gargallo; era una dama
caritativa, perteneciente a una noble familia de
Siracusa. Allí tenía sus posesiones y deseaba
emplear una parte de su capital en dotar a aquella
ciudad de un asilo para aprendices y pequeños
agricultores. No sabiendo cómo hacer, pidió
consejo en 1879 al padre Valente, jesuita, el cual
escribió a Turín a su ilustre hermano en religión,
el padre Segundo Franco. Este envió la carta a don
Miguel Rúa, manifestando su satisfacción de poder
contribuir de algún modo a hacer el bien con los
Salesianos y extender su acción 1. Don Bosco
estaba en Roma y don Miguel Rúa respondió que era
difícil atender la petición por falta de personal,
pero que diese a la Marquesa noticias
esperanzadoras. Habiendo ido ella a la Costa Azul,
tuvo ocasión de ver la casa de Niza y manifestar
sus intenciones al director, don José Ronchail, el
cual se ofreció a servir de intermediario ante don
Bosco.
Por su medio, hizo conocer la señora que se
podía dedicar al deseado fin un exconvento de
Capuchinos, que el Ayuntamiento de Siracusa estaba
dispuesto a concederle y que, a su vez, el Sr.
Arzobispo se ofrecía a solicitar de Roma las
necesarias facultades. Ella, por su parte, estaba
dispuesta a constituir un capital con una renta de
cuatro mil liras. Proponía, además, a don Bosco
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en uno de sus viajes a Roma, se llegase a Nápoles,
y se declaraba su gran admiradora 2. Don Bosco fue
a visitarla, como ya hemos narrado, en marzo de
1880. Después ya no pudo ocuparse del asunto hasta
fines de mayo, cuando le envió esta carta, cuya
redacción le preparó don Miguel Rúa.
1 Carta, Turín, 20 de marzo de 1879.
2 Cartas: a don José Ronchail, Napoles, 4 de
noviembre, y a don Bosco, 23 de noviembre de 1879.
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