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((**Es15.258**) pasar, tan buenos, tan simpáticos, tan joviales y, al mismo tiempo, tan modestos>>. Los habían visto cuando pasaban para ir a Randazzo. Don Celestino Durando no pudo más que notificar las buenas disposiciones de don Bosco para dar comienzo a un colegio-seminario <> 1. como tardara en efectuarse tal posibilidad, el Arzobispo acudió a la intercesión de don Pedro Guidazio ante el Capítulo Superior, escribiéndole 2: <((**It15.291**)) Abra al mismo mi corazón, dígale que sé amar y que los Salesianos serán mis hijos s, las piedras preciosas de mi mitra episcopal, la delicia de mi corazón, los compañeros de mis alegrías y el alivio de mis dolores (... ). Soy un pobrecillo que pide un mendrugo de pan para su esposa a las puertas de don Bosco>>. Algunos meses después volvía a escribir 3, partiendo de un pensamiento que ya encontramos en los puntos de la pluma de otros altos prelados sicilianos: <<íCómo no, América! Pero las condiciones en que me encuentro merecen una absoluta preferencia por encima de todos los demás. Hay mucho, muchísimo que hacer aquí, y yo estaré siempre a la cabeza de mis queridos hijos los Salesianos. Pregúnteselo a ellos si los quiero. Cuando tengo a uno en mi casa, es para mí un día de gran fiesta. íAh! Si pudiera usted venir un día a Sicilia (... ). Ya le escribí que iría a recibirle hasta Reggio, si es que no quiere venir por mar desde Nápoles>>. Acaso, medio en serio medio en broma, don Bosco le había puesto como condición para enviarle Salesianos, que Monseñor le consiguiera de Roma la comunicación de los privilegios. Y, habiendo ido el buen Prelado a la Ciudad Eterna, hizo realmente cuanto pudo, pero no logró nada, como diremos en otra parte. Mas no fue por tal motivo que los Salesianos no llegaran entonces a encargarse del seminario de Mesina; más aún, le hubiera resultado muy cómodo a don Bosco abrir un internado, bajo las apariencias de seminario, pues así se hubiera librado de las exigencias de la autoridad escolar. La verdad es que, a pesar de las seguridades del Arzobispo, no se veía claro cómo conciliar la presencia de un Rector al frente, ya que no había posibilidad de removerlo, con la independencia que don Bosco consideró siempre necesaria para sus casas. Además, estaban las cosas montadas 1 Carta de Monseñor a don Celestino Durando, Mesina, 20 de agosto de 1881. 2 Carta, 27 de mayo de 1881. 3 Carta a don Bosco, 1.° de octubre de 1881. (**Es15.258**))
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