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me pareció ver que con ellos se castigaba a mi
venerado Superior don Bosco y a mi pobre persona.
Pero, en cuanto supe que tales artículos habían
sido sugeridos por el Padre Santo, encontré en mi
corazón tanto aprecio y tanta devoción hacia él,
que ya no dudé un instante en aceptar su
disposición con la más absoluta docilidad y
dependencia, como él tiene derecho a esperar de
sus hijos>>.
El Cardenal acogió la carta muy benévolamente y
le hizo escribir que, cuando viera al Papa, le
presentaría el ((**It15.280**)) libro
y su carta 1. Y, tres semanas después, quedaba
cumplida la promesa. El Papa quiso leer esta carta
del principio al fin y encargó a Su Eminencia que
le manifestase su propio agradecimiento y le
hiciera llegar palabras de aliento, lo que cumplió
con toda solicitud 2.
En noviembre, empuñó de nuevo la pluma don Juan
Bonetti para comunicar al Cardenal las habladurías
que la parte contraria esparcía con desdoro de don
Bosco y de los Salesianos. Y, después de exponer
los hechos, concluía:
<>.
<>, le hizo saber el
Cardenal por medio del abogado Leonori 3; y, por
tanto, que no hiciera caso de ello ni perdiese su
calma. Pero los chismes llenaban de calumniosas
murmuraciones, sacristías y casas rectorales 4,
donde todavía se oye repetir a algún superviviente
del antiguo clero diocesano, cierto eco de
frialdad o de escasas simpatías por los
Salesianos.
En el mes de febrero de 1883, don Juan Bonetti
se vio obligado a protestar ante el cardenal Nina
de las dificultades que continuamente ponían en la
Curia para conceder el visado de los impresos
salesianos 5 y contra ciertas prohibiciones a los
párrocos para distribuir, como prueba del
cumplimiento pascual, un librito titulado
Jesucristo
1 Carta de don Francisco Dalmazzo a don Juan
Bonetti, Roma, 5 de septiembre de 1882.
2 Carta del 16 de septiembre de 1882.
3 Carta del 15 de febrero de 1883.
4 Véase Apéndice, doc. 38.
5 Apéndice, doc. 39.
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