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la misma petición. Con todo, yo quiero guardar
todavía riguroso silencio, conforme escribí a
Vuestra Eminencia>>.
Por todos estos motivos, el 29 de julio, abrió
también su alma a don Francisco Dalmazzo en los
términos siguientes:
<> 1.
El pobre don Juan Bonetti no podía tragar su
píldora. A las primeras noticias, desahogó los
sentimientos de su alma en una larguísima carta
para enviársela al Papa, pero, cuando la pasaba a
limpio, supo con certeza que en la Concordia se
encerraba la voluntad del Papa. Entonces archivó
su escrito, que, sin embargo, no ha perdido
((**It15.279**)) su
valor y muestra claramente las tribulaciones que
debieron pasar don Bosco y los suyos. Lamentóse,
además, con don Pablo Albera de la tranquilidad
con que don Bosco había aceptado y cumplido la
decisión pontificia; más aún, le manifestó su idea
de salir ad tempus de la Congregación para ser
libre y defenderle a él y a sí mismo. El teólogo
Margotti tenía grandes deseos de empuñar la pluma
y servirse de su propio periódico. La comparación
de las dos actitudes nos sirve para valorar mejor
la virtud heroica de don Bosco, de quien atestiguó
don Pablo Albera:
<> 2.
Don Juan Bonetti, para procurar a su espíritu
una distracción que lo confortara, durante los
meses de su mayor agitación, se dedicó a escribir
una Vida popular de Santa Teresa, que apareció en
la segunda mitad de agosto. El trabajo, a pesar de
las dificultades que encerraba, está bastante bien
llevado. Envió dos ejemplares al cardenal Nina,
rogándole presentara uno al Padre Santo. En su
carta le decía 3:
<>. Y después
proseguía por su cuenta: <>.
2 Summarium del Processiculum, pág. 125.
3 Turín, 27 de agosto de 1882.
(**Es15.248**))
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