((**Es15.235**)((**It15.263**))
CAPITULO VIII
LA <> DE LEON XIII
DURANTE el verano de 1884, don Bosco, cuya salud
flaqueaba, fue a pasar unas semanas en casa del
obispo de Pinerolo, monseñor Chiesa, acompañado
por don Juan Bta. Lemoyne. Cierto día dijo de
improviso a su futuro biógrafo:
-Convendría destruir toda la correspondencia
habida con el pobre monseñor Gastaldi y todos los
documentos correspondientes.
Don Juan Bta. Lemoyne, disimulando su asombro,
le preguntó:
-Pero entonces, >>qué podremos decir de la
historia del Oratorio de 1872 a 1883?
Y él respondió:
-Diréis que don Bosco, durante esos años,
continuó con sus asuntos.
Y prosiguió con tanto convencimiento que don
Juan Bta. Lemoyne, temiendo una orden suya
terminante, aprovechó la llegada de otra persona y
le dejó en su compañía.
Cuando volvieron de nuevo a Turín, no se habló
más del asunto. Mas, por no decir otra cosa, para
poder hacer prudentemente tal destrucción, hubiera
sido necesario que también la parte contraria
echara a las llamas toda la correspondencia habida
con los Salesianos; sin ello, la verdad histórica
hubiera sufrido mucho.
Si hoy, por ejemplo, tuvieran otros las cartas
de Colomiatti a monseñor Gastaldi desde Roma sobre
los asuntos que tratamos, y no se conociesen por
copias auténticas las que al mismo tiempo
escribía, o mandaba escribir don Bosco, sería una
empresa harto difícil librarlo de las
descalificaciones ((**It15.264**)) que se
leen en las cartas del Abogado fiscal. En cambio,
así se ha podido dar el unicuique suum, como ahora
nos disponemos a continuar.
Don Francisco Dalmazzo, obedeciendo a la
llamada de don Miguel Rúa, salió inmediatamente
para Turín, desde donde pudo enviar al cardenal
Nina noticias poco halagadoras sobre la salud de
don Bosco, que estaba en pie y se movía por casa,
pero no se encontraba en condiciones de emprender
viajes. Le comunicó, además, en informaciones
(**Es15.235**))
<Anterior: 15. 234><Siguiente: 15. 236>