((**Es15.215**)Jefatura
de Policía llamó a su despacho al pobre hombre y
lo sometió a un largo interrogatorio: palabras
groseras, amenazas de proceso y de cárcel,
promesas de gratificación; todo se intentó como si
se tratase de un vulgar delincuente, caído en
manos de la policía, para arrancar de sus labios
lo que el otro quería. Don Bosco no dejó sin
defensa a su antiguo alumno, que recurrió a él; y,
en efecto, escribió al Inspector:
Ilmo. Sr. Inspector de Policía de Borgo Dora:
En este momento llega el señor Fernando
Brunetti, pálido y tembloroso, en razón de las
repetidas visitas, hechas a su domicilio con modos
tan amenazadores, que su misma esposa ha tenido
que sufrir mucho. Creo oportuno notificarle, para
conocimiento de V. S., que el tal Brunetti fue
cinco años alumno de esta Casa, en la que observó
conducta intachable y que, durante los veintidós
que vive fuera de este centro, siempre fue tenido
por un obrero honrado y laborioso, que se ha
ganado el pan con el sudor de su frente. Por ello,
se ruega respetuosamente, pero con viva instancia,
se le respete la libertad de domicilio garantizada
por las leyes vigentes y se le eviten las
incesantes molestias de gente desconocida que
visita abusivamente su casa.
Turín, 24 de octubre de 1881.
JUAN BOSCO, Pbro.
Don Bosco mandó también a pedir explicaciones
en la Jefatura de Policía, pero el Jefe no sabía
nada y, muy probablemente, tampoco hubiera
consentido a sus subalternos mezclarse en
operaciones que no eran de su incumbencia. El
obrero consciente de no tener nada que hacer con
la Policía, para librarse de aquellas molestias,
escribió a primeros de noviembre al Ministro de
Gracia y Justicia, pero, cuando se le presentó en
casa un policía, disfrazado de sacerdote y
diciendo que era salesiano, ya no pudo salir de la
duda de que aquel hombre se había disfrazado de
fraile, indebidamente autorizado por los
Superiores eclesiásticos, y, lleno de irritación,
escribió al Papa 1.
((**It15.239**)) Pero,
en este feo asunto, era el padre Pellicani quien,
s que ningún otro, debía explicarse. Pues bien, el
23 de noviembre, se presentó a Colomiatti para
aclararle su anterior declaración; es más, le
entregó la carta de don Bosco. Y el Abogado fiscal
se lo refirió en estos términos al Arzobispo, que
se encontraba en Roma:
<(**Es15.215**))
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