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los ciegos y exalumno del Oratorio, sometiéronle a
un minucioso interrogatorio sobre la culpabilidad
de don Bosco en la publicación de los libelos.
Para el mismo fin, fue invitado a la Curia, el día
12, el exjesuita, padre Pellicani. Pero aquí
estamos frente a un episodio algo complicado y de
graves consecuencias.
En el año 1880, el padre Luis Leoncini, de las
Escuelas Pías, fue de Savona a Turín, visitó al
Arzobispo y le dijo que conocía un hecho que
consideraba conveniente darle a conocer. Tiempo
atrás había él tenido en Piacenza varias
conversaciones con el P. Pellicani, el cual le
había contado, como cosa segura, que había sido
incitado por don Bosco para que escribiera contra
monseñor Gastaldi, prometiéndole que le
proporcionaría el material; pero que Pellicani
protestaba no haber aceptado la invitación; que,
en cambio, él, Leoncini, confrontando el Aguinaldo
para el Clero con un libro publicado entonces por
Pellicani, veía en uno y en otro la misma mano y,
por tanto, se creía con derecho a afirmar que
Pellicani había accedido a la incitación y era el
autor que se ocultaba bajo el seudónimo de El
Capellán. Monseñor no echó en olvido tan precioso
informe, y, el 6 de junio, escribió al escolapio,
preguntándole si se confirmaba en lo que dijo,
asegurándole que, con ello, le prestaría un
servicio por el que le quedaría muy agradecido 1.
El padre Leoncini le respondió a vuelta de
correo, hablando no de un opúsculo, sino de los
opúsculos anónimos, escritos contra monseñor
Gastaldi, y diciendo que el padre Pellicani,
después de habérselos hecho leer, le contó que don
Bosco le había exhortado y pedido hacía tiempo que
escribiera cosas semejantes ((**It15.234**)) contra
el Arzobispo de Turín; pero que habiéndole
parecido que tal encargo le resultaría peligroso,
para desentenderse de quien le aconsejaba, sin
ofenderle, se había excusado diciendo que le
faltaban datos para componer tales escritos; y que
entonces don Bosco se declaró dispuesto a
proporcionarle el material que necesitara; y que,
después de algún tiempo, se encontró de nuevo con
don Bosco, quien le dijo que, en vista de que
había rehusado escribir, ya había encontrado quien
se había hecho cargo de redactar los opúsculos
deseados. El padre Pellicani, llamado de improviso
a la Curia, atestiguó con juramento la verdad de
la denuncia. Después, la carta del escolapio y el
testimonio del exjesuita, mas no el texto preciso
de su deposición jurada, se enviaron a
1 Así resulta de una carta sin firma, pero
escrita de puño y letra del Arzobispo y con una
anotación del mismo carácter de letra que dice:
Copia de carta. Está en posesión del teólogo
Franchetti.
(**Es15.211**))
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