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((**Es15.211**) los ciegos y exalumno del Oratorio, sometiéronle a un minucioso interrogatorio sobre la culpabilidad de don Bosco en la publicación de los libelos. Para el mismo fin, fue invitado a la Curia, el día 12, el exjesuita, padre Pellicani. Pero aquí estamos frente a un episodio algo complicado y de graves consecuencias. En el año 1880, el padre Luis Leoncini, de las Escuelas Pías, fue de Savona a Turín, visitó al Arzobispo y le dijo que conocía un hecho que consideraba conveniente darle a conocer. Tiempo atrás había él tenido en Piacenza varias conversaciones con el P. Pellicani, el cual le había contado, como cosa segura, que había sido incitado por don Bosco para que escribiera contra monseñor Gastaldi, prometiéndole que le proporcionaría el material; pero que Pellicani protestaba no haber aceptado la invitación; que, en cambio, él, Leoncini, confrontando el Aguinaldo para el Clero con un libro publicado entonces por Pellicani, veía en uno y en otro la misma mano y, por tanto, se creía con derecho a afirmar que Pellicani había accedido a la incitación y era el autor que se ocultaba bajo el seudónimo de El Capellán. Monseñor no echó en olvido tan precioso informe, y, el 6 de junio, escribió al escolapio, preguntándole si se confirmaba en lo que dijo, asegurándole que, con ello, le prestaría un servicio por el que le quedaría muy agradecido 1. El padre Leoncini le respondió a vuelta de correo, hablando no de un opúsculo, sino de los opúsculos anónimos, escritos contra monseñor Gastaldi, y diciendo que el padre Pellicani, después de habérselos hecho leer, le contó que don Bosco le había exhortado y pedido hacía tiempo que escribiera cosas semejantes ((**It15.234**)) contra el Arzobispo de Turín; pero que habiéndole parecido que tal encargo le resultaría peligroso, para desentenderse de quien le aconsejaba, sin ofenderle, se había excusado diciendo que le faltaban datos para componer tales escritos; y que entonces don Bosco se declaró dispuesto a proporcionarle el material que necesitara; y que, después de algún tiempo, se encontró de nuevo con don Bosco, quien le dijo que, en vista de que había rehusado escribir, ya había encontrado quien se había hecho cargo de redactar los opúsculos deseados. El padre Pellicani, llamado de improviso a la Curia, atestiguó con juramento la verdad de la denuncia. Después, la carta del escolapio y el testimonio del exjesuita, mas no el texto preciso de su deposición jurada, se enviaron a 1 Así resulta de una carta sin firma, pero escrita de puño y letra del Arzobispo y con una anotación del mismo carácter de letra que dice: Copia de carta. Está en posesión del teólogo Franchetti. (**Es15.211**))
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