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La Nubecilla del Carmelo 1 y, en otra, en la
página 94, decía que la diócesis de Turín estaba
escandalizada, porque sabe que un fundador y
superior de una Congregación religiosa, aprobada
por Pío IX, está siendo perseguido cruelmente>>.
En la Advertencia, que precedía a la tercera
parte, refiriéndose a palabras de monseñor
Gastaldi, que afirmaba haber reconocido en Rosmini
un sacerdote piadoso y santo, el autor, aludiendo
al elogio de don Bosco que aparecía en el volumen
anterior, subrayaba: <((**It15.231**)) este
eximio sacerdote es verdaderamente tal, hoy no
podríamos darle crédito, porque, con el correr de
los tiempos, Gastaldi mudó de pensamiento y ahora
le tilda de ignorante, soberbio y cosas peores>>.
También se mencionaba a don Bosco varias veces
en el primer opúsculo, como dijimos en otro
volumen; en el segundo habla el título por sí
mismo. Necesitábamos poner de relieve el continuo
llamar la atención sobre don Bosco, porque esto
sirve para explicar mejor los hechos que
siguieron. Es bueno que hagamos otra observación.
Monseñor Gastaldi tildó siempre a estos opúsculos
de escritos difamatorios, pero el censor de la
Sagrada Congregación de Ritos, delegado para el
examen de los escritos referentes a la
controversia entre el Arzobispo y el Siervo de
Dios, aseveró que no sería tampoco justo
calificarlos sin más de tales 2. Y ahora veamos
las cruces que le tocó arrastrar a don Bosco, por
causa de estas malhadadas publicaciones.
En la Curia, como era natural, se afanaban por
descubrir la fragua de donde salían tan encendidos
escritos, porque, a simple vista, no parecían obra
de uno solo, si bien podía decirse que era uno
solo el que inspiraba toda la obra y que se
firmaba El Capellán. Las pesquisas se orientaron
hacia el Oratorio y las hicieron converger sobre
don Juan Bonetti y don Bosco. íQué de artificios
se emplearon para arrancarles una línea o una
palabra que los comprometiera! Por esto
precisamente, se exigía a don Bosco que pidiese
perdón por el segundo opúsculo, desdiciéndose; si
él, pro bono pacis, hubiese accedido, habría dado
pretexto a la acusación de ser reo confeso de uno
y sospechoso de corresponsabilidad en los otros.
Pero su prudencia no le permitió jamás someterse a
tal imposición. Después Colomiatti, que
1 Véase Mem. Biog., vol. XI, pág. 381.
2 Positio super rev. script., ., año 1906, pág.
17.
(**Es15.209**))
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