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corazones; nos convencen cada vez más de que el
Señor se complace en sus obras y nos sirven de
consuelo, como consolaban a Santa Teresa, que se
dolía cuando no la combatían y perseguían>>.
En distintas ocasiones hemos mencionado unos
folletos y sus correspondientes controversias; ha
llegado el momento de hablar sobre ellos por
extenso, porque esta cuestión se entrelaza con las
anteriores.
En 1878 apareció en Turín, editado por la
tipografía Bruno, un librito titulado Aguinaldo
para el Clero, o sea, Revista sobre el Calendario
Litúrgico de la Archidiócesis de Turín para el año
1878, escrita por un Capellán. Al año siguiente,
publicó la misma imprenta otro librito con el
título de El Arzobispo de Turín, don Bosco y don
Oddenino, o sea, Sucesos graciosos, serios y
dolorosos, contados por uno de Chieri, el cual se
firma al final del prólogo Un padre de familia.
Sobre estas dos publicaciones, no tenemos nada más
que añadir a cuanto ya dijimos anteriormente.
Una vez que se comenzó, se continuó, puesto que
materia no faltaba. El mismo año 1879 y siempre en
Turín, pero editado por la imprenta Fina, apareció
un tercer librito titulado Pequeño ensayo de las
doctrinas de Monseñor Gastaldi, Arzobispo de
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autor, El Capellán. Tenía una larga introducción,
en la que, con estilo jocoso, criticaba algunos
sucesos arzobispales y, después de enumerar a los
mejores sacerdotes perseguidos por monseñor
Gastaldi, ponía por último <>.
La mayor parte del libro se dedicaba a refutar,
con doctrina sólida y rica erudición, veinticuatro
teorías, sacadas de varias publicaciones de Su
Excelencia. Seguían cuatro Apéndices, con el mismo
estilo de la Introducción. El primero hacía
referencia a ciertas tendencias liberales
profesadas por Gastaldi, cuando aún no era más que
canónigo. El segundo narraba cómo terminó, por
obra de Monseñor, la Residencia Sacerdotal,
aportando una larga cita del Boletín Salesiano,
con la historia del famoso Instituto 1, y aquí
recordaba el anónimo autor que don Bosco estuvo en
la Residencia Sacerdotal, donde fue discípulo de
don José Cafasso, y que, en varias ocasiones, se
le oyó decir:
-Si he conseguido hacer algún bien, se lo debo
a don José Cafasso, en cuyas manos puse mi
decisión, mis estudios y todas las acciones de mi
vida.
1 Número de enero de 1879, pág. 7.
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