((**Es15.182**)
La carta pasó por las manos de don Miguel Rúa,
que la remitió solícitamente al Canónigo. De la
conversación tenida con él, sacó la impresión de
que todo se podría arreglar pacíficamente, a
condición de que don Juan Bonetti, sin tener que
pedir perdón por el opúsculo o, como lo llamaba el
Arzobispo, libelo de Chieri, escribiese y
publicase en el Boletín alguna palabra, con la que
declinase toda responsabilidad de aquella
publicación y reprobase el contenido 1.
Cuando don Juan Bonetti se informó de esto,
voló de Aosta a Turín, ya que don Miguel Rúa debía
reunirse enseguida con don Bosco en Sampierdarena
y acompañarle desde allí a Roma. Quedaron, por
tanto, de acuerdo en que no había dificultad
alguna para hacer una amplia declaración de no
haber influido ni directa ni indirectamente en la
reprobada publicación. Don Miguel Rúa se lo
comunicó al Canónigo desde Sampierdarena, porque,
el día de la partida, no había podido verle,
después de pasar dos horas en la sala de espera 2.
Pero insistía aún en el punto capital,
diciendo: <>.
Y continuaba, además, con mucha delicadeza: <>no
sería conveniente que también se levantara por
escrito? O mejor aún, que se declarase que no fue
infligida por los motivos por los que se puede
infligir a un religioso, esto es, por ((**It15.200**))
motivos infamantes, sino por otras razones. Vea V.
S. qué es lo que se puede hacer>>.
Don Miguel Rúa había recibido del Canónigo un
ejemplar del opúsculo sobre las cuestiones de
Chieri, para que lo examinase y se diera cuenta de
que era harina del costal de don Juan Bonetti. He
aquí su parecer:
<>.
La conclusión de la carta es del puro estilo de
los santos:
<(**Es15.182**))
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