((**Es15.178**)
También es bueno notar que la amenaza de
suspensión ipso facto incurrenda gravita todavía
sobre el que esto escribe, si directamente o por
medio de otro, con la imprenta o con otros
escritos, publicase algo que redundara a cargo del
Arzobispo. Con todo, yo escribiré desde aquí al
Arzobispo de Turín, rogándole me diga cuál es su
intención respecto a esto.
Reciba V. E. mi humilde agradecimiento por el
interés que se toma por nuestras cosas, y,
asegurándole nuestra gratitud y nuestras pobres
oraciones, tengo el alto honor de poderme profesar
con el más profundo reconocimiento.
De V. E. Rvma.
Seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Contemporáneamente envió don Bosco a don Miguel
Rúa las instrucciones necesarias sobre lo que
debería hacerse. Este las ejecutó con toda
diligencia, dirigiéndose el 4 y el 5 de febrero al
abogado fiscal de la Curia arzobispal, al que
manifestó que, condescendiendo con los deseos del
Cardenal Protector, los Salesianos arreglarían
pacíficamente la cuestión de don Juan Bonetti y
retirarían la querella presentada por él a la
Congregación del Concilio contra el señor
Arzobispo; que ése había sido siempre el deseo de
don Bosco y de todos los Superiores; que, si se
había recurrido al Tribunal de la Santa Sede,
había sido porque Monseñor nunca había querido
levantar espontáneamente una pena deshonrosa,
infligida a un religioso contra un decreto formal
de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares.
Tras algunas reflexiones de una y otra parte, el
Canónigo dejó la esperanza de que la suspensión de
don Juan Bonetti sería también levantada para
Chieri, a condición, sin embargo, de que se
sometiese a pedir perdón.
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->>Pero por qué ofensa tiene que pedir perdón?,
preguntó don Miguel Rúa.
-Por su resistencia, respondió, a someterse a
las órdenes de Monseñor, por alguna carta poco
respetuosa y también por haber renovado su
instancia a Roma el año pasado, después de
habérsele derogado la suspensión con la simple
prohibición de ir a ejercer en Chieri el sagrado
ministerio.
Pero esto no era exacto. En efecto, en su carta
del 27 de mayo de 1879, decía Monseñor a don Bosco
clara y limpiamente:
<>.
De esta manera, lo hacía aparecer para siempre
culpable de delitos que no había cometido,
difamándole ante toda una ciudad. Mas parecía que
Colomiatti estaba dispuesto a pasar esto por alto
y darlo por bueno; quería, sin embargo, que
pidiese perdón por los opúsculos
(**Es15.178**))
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