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depraedentur animas vestras. (Haz pacto con tus
ojos, con la gula y con el sueño, para que estos
enemigos no perjudiquen a vuestras almas).
Intemperantia et castitas non possunt simul
cohabitare. (La intemperancia y la castidad no
pueden vivir juntas).
En el diamante de la Obediencia:
Totius aedificii fundamentum, et sanctitatis
compendium. (Fundamento del edificio espiritual y
compendio de santidad).
En los rayos de la Pobreza:
Ipsorum est regnum coelorum. (De los pobres es
el reino de los cielos).
Divitiae spinae sunt. (Las riquezas son
espinas).
Paupertas non verbis, sed corde et opere
conficitur. Ipsa coeli ianuam aperiet et
introibit. (La pobreza no consiste en palabras
sino en afectos y obras. Ella nos abrirá el reino
de los cielos y entraremos en él).
En los rayos de la Castidad:
Omnes virtutes veniunt pariter cum illa. (Todas
las virtudes vienen juntamente con ella).
Qui mundo sunt corde Dei arcana vident, et Deum
ipsum videbunt. (Los limpios de corazón comprenden
los arcanos divinos y verán al mismo Dios).
En los rayos del Premio:
Si dilectat magnitudo praemiorum, non deterreat
multitudo laborum. (Si te deleita la grandeza del
premio, que no te espante la multitud del
trabajo).
Qui mecum patitur, mecum gaudebit. (El que
conmigo padece, conmigo gozará).
Momentaneum est quod patimur in terra, aeternum
est quod delectabit in coelo amicos meos.
(Momentáneo es lo que padecemos en la tierra y
eterno lo que deleitará a mis amigos en el cielo).
En los rayos del Ayuno:
Arma potentissima adversus insidias inimici
(Arma potentísima contra las asechanzas del
enemigo).
Omnium virtutum custos. (Custodio de todas las
virtudes).
Omne genus daemoniorum per ipsum ejicietur.
(Con el ayuno se vence todo género de demonios).
La orla del manto era una ancha franja rosada,
en la que se leían estas palabras:
Argumentum praedicationis mane, meridie et
vespere. (Argumento de predicación por la mañana,
al mediodía, por la tarde).
Colligite fragmenta virtutum et magnum
aedificium constituetis. (Recoged los fragmentos
de las virtudes y os haréis un gran edificio de
santidad).
Vae vobis qui modica spernitis. Paulatim vos
decidetis. (íAy de vosotros si despreciáis las
cosas pequeñas, poco a poco caeréis!)
Hasta entonces los Directores habían estado,
quién de pie, quién de rodillas, pero todos
atónitos y silenciosos. Entonces don Miguel Rúa,
como fuera de sí, dijo:
-Es necesario tomar apuntes para no olvidarse.
Buscó una pluma pero en vano; sacó la cartera y
no halló el lápiz.
-Yo me acordaré de todo, dijo don Celestino
Durando.
-Me gustaría tomar nota de todo, añadió don
José Fagnano, y se puso a escribir con el tallo de
una rosa.
Todos miraban y comprendían lo que iba
escribiendo.
Cuando don José Fagnano hubo terminado de
escribir, don Santiago Costamagna continuó
dictando:
(**Es15.168**))
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