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-Decís que don Bosco ha hecho muchas obras
grandes; vuestro cariño os hace ver las cosas de
modo distinto a como son. Todo se hizo y se hace
con ayuda de Dios y por intercesión de María
Santísima. Si el Señor no nos hubiese dado fuerzas
y llevado de la mano, >>qué habríamos podido
hacer? >>Y no contáis los auxilios de tantos
bienhechores y bienhechoras? Don Bosco no es más
que un ciego instrumento en manos de Dios, el cual
demuestra así que, cuando quiere, puede hacer las
cosas más grandes con los medios más pequeños.
Hizo después una alusión a las cruces que
habían caído durante el año sobre sus espaldas.
Los muchachos ciertamente no entendieron mucho,
pero él quería animar a sus colaboradores y
amigos, los cuales, quién más, quién menos,
estaban enterados de algo. Se extendió, a
continuación, en alabanzas a un exalumno de
Nizza-Monferrato, el cual había fundado en su
pueblo una sociedad floreciente y modélica para
jóvenes obreros católicos, y lo presentaba a la
admiración e imitación de los presentes. Su
pensamiento final estuvo dirigido al alma.
->>Quién sabe si el año próximo nos
encontraremos reunidos aquí de nuevo? >>Estaréis
vosotros? >>Estará don Bosco? íHace un año, había
otros con nosotros que estaban alegres,
vivarachos, sanos y robustos, y ya no están!
Vivamos, pues, como si cada día fuera el último de
nuestra vida; hagamos el bien mientras tenemos
tiempo; así, cuando suene para nosotros la última
hora, no tendremos que arrepentirnos de haber
pasado nuestros días en el ocio, inútiles para
Dios y para la sociedad. Yo espero y rezo para que
esta hora tarde en llegar para vosotros y para mí;
mas, si así no fuera, hágase siempre la voluntad
de Dios.
Aludiendo a las tribulaciones más recientes,
don Bosco se ((**It15.176**)) había
expresado así:
-Y ahora, hablando de otra cosa, os diré que
siempre, pero especialmente este año, hemos tenido
grandes y hermosas satisfacciones y, también hay
que decirlo, muchas espinas y dolores. Pero, ya se
sabe, no hay rosas sin espinas. Entonces, >>qué
hacer, queridos hijos? En éstas y en aquéllas, en
las alegrías y en las penas, hágase siempre la
voluntad de Dios, el cual no nos abandonará jamás,
y menos cuando ruja en torno nuestro la más
furiosa tempestad. Animo, pues, mucho ánimo; no
nos cansemos nunca de hacer el bien, y Dios estará
con nosotros.
Durante el año 1881, sufrió don Bosco
contrariedades de todo orden: grandes y pequeñas.
De algunas de las mayores ya se habló en el
volumen anterior; de otras se hablará en el
presente; ahora nos
(**Es15.160**))
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