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en favor de varias obras importantes, pero que le
parecía la más importante de todas no dejar que
faltara lo necesario a las preciosas esperanzas de
la Congregación; y que, por eso, se la recomendaba
a ellos con este fin. <>.
Habló a las Cooperadoras de la misma forma,
exponiendo lo que se había realizado durante el
año, en favor de la juventud pobre, por los
Salesianos y por las Hijas de María Auxiliadora:
el aumento y ampliación de las casas, el
crecimiento cada vez mayor de almas dirigidas por
la senda del cielo, las escuelas agrícolas, los
asilos, colegios y oratorios festivos para las
niñas. Que, si querían tener una idea de lo que se
hacía en estos oratorios, fueran a ver cómo
trabajaban las Hijas de María Auxiliadora en Turín
o en la cercana Chieri. Después de describir la
vida de ambos oratorios, continuó diciendo:
Ante este espectáculo, experimentaríais una
gran satisfacción y desearíais que se abrieran
centros semejantes en otros puntos de la ciudad y
en todos los pueblos del mundo. Ahora bien, lo que
se hace cerca de nosotros en las ciudades de Turín
y de Chieri, se lleva también a cabo en más de
cuarenta casas, dirigidas por las Hijas de María
Auxiliadora; se hace en Italia, en Francia y en
América; se hace hasta en la salvaje Patagonia.
íSi tuviéramos medios, cuánto más se podría hacer!
La buena voluntad no falta, pero no basta. Para
comenzar y sostener estas obras, se requieren
grandes cantidades de dinero y éstas se hacen
desear las más de las veces.
>>Cómo, pues, promover estas y otras obras de
caridad y de religión? Imitando a las mujeres
hebreas en el desierto, cuando se trató de
fabricar un ídolo para adorarlo en vez de al
verdadero Dios. Moisés había subido al monte Sinaí
para recibir del Señor las tablas de la ley y
tardaba en volver. Entonces el pueblo,
impacientado, se sublevó contra Aarón y le exigió
que les hiciera un ídolo semejante a los que se
adoraban en Egipto: quisieron que les hiciese un
becerro. Atemorizado por los sublevados, Aarón se
mostró dispuesto a condescender; pero -quizá sólo
para apartar a aquellos desalmados de su impía
pretensión- les pidió que le llevaran los anillos,
brazaletes, collares y zarcillos de sus mujeres y
sus hijas. >>Lo creeríais? Apenas hizo ((**It15.170**)) la
petición, colocaron a sus pies un montón de estos
objetos de oro; los hizo fundir y esculpió un
becerro, ante el cual se postraron hombres y
mujeres, celebrando una fiesta impía, como se lee
en la Sagrada Escritura.
Ante este hecho, >>no es una vergüenza ver a
las mujeres y muchachas hebreas privarse de sus
objetos más queridos para contribuir a una obra
inicua, y ver, por otra parte, a las mujeres y
jóvenes cristianas adornarse como si fueran reinas
o damas de la corte y quedarse en la imposibilidad
de dar una limosna para gloria del Dios verdadero,
para el decoro de sus iglesias y para atender a
tantos niños y niñas abandonados? No quisiera yo
encontrarme en el lugar de estas mujeres a la hora
de la muerte. No quisiera estar en su puesto el
día del juicio.
No quiero decir con esto que una mujer, que una
señora esté obligada a despojarse de los adornos
convenientes a su estado; si las conveniencias
sociales le obligan a llevar tales adornos,
llévelos. Pero, quiero decir que está obligada a
no excederse, a no
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