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-íSí! íPero en otra diócesis! Y, además, >>con
qué autoridad se quiere hacer pasar esa iglesia
por santuario? Para ello se necesita que los
hechos, los milagros sean aprobados por el
Ordinario, y no inventados.
Al llegar a este punto, don Antonio Sala, con
su grandiosa estatura y su patriarcal sencillez,
se puso en pie, hurgó en sus bolsillos y sacó un
puñado de papeles. Escogió una tarjeta y se la
presentó, diciendo:
-Lea, lea V. E. y se convencerá de que las
gracias obtenidas por María Auxiliadora no son
inventadas por don Bosco.
Y, como el Arzobispo no quisiera leerla, siguió
diciendo don Antonio Sala:
-Pues bien, permítame ((**It15.166**)) que se
la lea yo; vea cómo ha sido la Providencia quien
me la ha mandado esta mañana.
Y, en efecto, se la leyó. La escribía el
caballero Mercalli, quien le comunicaba, desde
Roma, la curación prodigiosa de su esposa, la
condesa Fenile. Monseñor intercalaba, de vez en
cuando, alguna frase:
-Estoy persuadido de que... sí... esas
personas.
Y dijo por fin:
-Si todas las gracias fueran como ésta, no
tendría dificultad en aprobarlas... Además, de que
con ello se está haciendo el bien...
-Pues entonces, replicó don Antonio Sala, >>por
qué nos trata así?
Al llegar aquí, cambióse la conversación y se
empezó a hablar de Roma. Monseñor tomó otro tono y
hasta dijo que admiraba a don Bosco, que la
Providencia siempre le había ayudado y que don
Bosco hacía salir el dinero de las mismas
piedras... Al despedirse, le dijo don Antonio
Sala:
-Si nada se opone, Monseñor Pampirio predicaría
el panegírico...
Y le respondió:
-Dejad a Monseñor Pampirio en Alba, clamando
contra Rosmini.
Finalmente, mientras don Antonio Sala le hacía
una reverencia y se disponía a salir, díjole
Monseñor:
-Lo pensaré 1.
Para saber después qué había pensado, volvió
don Antonio Sala el día 19 y le preguntó si
monseñor Pampirio podría, al menos, predicar
1 Carta de don Antonio sala a don Miguel Rúa,
Turín, 3 de mayo de 1881.
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