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((**Es15.144**) tarde. Fui. Llegó el Ministro, y después me tuve que marchar sin poder hablarle, ni pedirle otra hora. No me fue posible ni acercarme al Secretario General. Por tanto, enviaré una solicitud al departamento, mas sin poder hablar de varias cosas referentes al bien público. Con todo, le estoy muy agradecido por la bondad que ha tenido, ((**It15.156**)) al ocuparse de nuestros pobres muchachos. Pido a Dios que le colme de sus celestiales bendiciones, mientras tengo el honor de poderme profesar, De V. S. Roma, 9 de mayo de 1881. Su atto. y s. s. JUAN BOSCO, Pbro. P. D. Para asegurarme de que mi solicitud llegue a manos de algún jefe en el Ministerio, me parece lo mejor acudir a su bondad para que la entregue usted mismo. Durante su estancia en Roma, el Beato envió a don Miguel Rúa a visitar a los salesianos de la casa de Magliano Sabino. Durante el viaje de Roma a Magliano, parece que el secretario de don Bosco se encontró con el futuro cardenal Lafontaine, Patriarca de Venecia, por entonces joven estudiante, el cual escribió así treinta y cuatro años después 1: <>. El 10 de mayo por la mañana, el Beato intervino en una hermosa función. Algunos centenares de peregrinos franceses, deseosos de ganar el Jubileo, hacían las visitas prescritas a las basílicas mayores, invitando cada vez a algún prelado a que les celebrara la misa. En San Juan de Letrán, invitaron a don Bosco, rogándole les hiciera una plática en su lengua nativa. Aceptó de buen grado. En sus palabras expresó dos conceptos: encomió su acierto al dirigirse devotamente a la que era Mater et caput omnium ecclesiarum, después de haber rendido homenaje al Vicario de Jesucristo, al Pastor de los pastores, y se congratuló con ellos por haber acudido a fortificar su propia fe con la adhesión a la Cátedra de San Pedro y con el afecto a su sucesor, León XIII, cuya bendición recibida pocas fechas antes, sería prenda de días mejores para ellos, para sus familias y para su patria, donde en medio de tanto mal había siempre tanto bien, de modo que era una nación que no había ((**It15.157**)) nunca desmentido su título glorioso de Hija primogénita de la Iglesia. 1 Carta a don Angel Amadei, Venecia, 22 de septiembre de 1915. (**Es15.144**))
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