((**Es15.142**)
Benemérita Señora Marquesa:
Estaba yo de viaje cuando sucedió la desgracia
de la muerte de la llorada condesa De Maistre,
benemérita bienhechora de la Congregación
Salesiana, pero supe enseguida la noticia.
Inmediatamente ordené que, en todas las casas de
la Congregación, se hicieran oraciones especiales
por el eterno descanso de su alma, que
fundadamente creo haya sido acogida por la
misericordia del Señor y pasado enseguida a gozar
de la felicidad eterna del cielo.
Sin embargo, seguiré rezando todos los días por
la difunta y también, de modo especial, por V. S.
para que Dios la conserve con esa buena salud que,
por tanto tiempo, fue objeto de nuestras oraciones
comunitarias y de otros muchos.
En la audiencia privada con el Padre Santo,
pude hablar cómodamente de las familias De Maistre
y Fassati. Recordó con mucha benevolencia el
nombre y apellido del señor Conde Francisco,
Eugenio y Carlos. Expresó su condolencia por la
muerte de la Condesa Madre y aseguró que la
recordaría en la santa misa. Después concluyó:
-A todas esas familias beneméritas (De Maistre,
Fassati, Ricci y Montmorency), comunicadles, de mi
parte, ((**It15.154**)) la
bendición apostólica, y yo, a mi vez, me
encomiendo a sus oraciones.
Espero que su salud continuará siendo buena:
todas las mañanas hago un memento en la Santa Misa
a tal fin.
Que Dios la bendiga, Señora Marquesa, y la
conserve para que pueda ver el fruto de su
caridad; que conceda toda suerte de bienes a la
baronesa Azelia, al barón Carlos Ricci, y,
encomendándome a sus santas oraciones, tengo el
honor de poderme profesar en J. C.
Roma-Puerta de S. Lorenzo, n. ° 42,
30 de abril de 1881.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D. Espero estar en Turín para la novena de
María Auxiliadora.
Responde después a la señora María Acquarona,
que le escribió diciendo que había recaído en su
enfermedad.
Estimadísima Señora:
He recibido su carta que me satisfizo, por un
lado, y, por otro, me apenó con su recaída en la
enfermedad de antes. Verdaderamente, como le dije,
yo deseaba no llamar la atención, rezar y dar
gracias al Señor.
Pero ahora debemos redoblar nuestras plegarias.
Dios nos escuchará ciertamente de modo definitivo,
si nuestra petición no se opone al bien de nuestra
alma. En este sentido, he pedido al Padre Santo
una bendición especial, que me otorgó de muy buena
gana, añadiendo que pediría, además, por usted y
su señora hermana Vicenta.
Le ruego comunique mis humildes saludos al
Rvdo. Fabre y al señor abogado Ascheri y familia,
cuando tenga ocasión de verlos. Dios la bendiga,
benemérita señora
(**Es15.142**))
<Anterior: 15. 141><Siguiente: 15. 143>