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-Sagrado Corazón de Jesús, sed para todos los
fieles fuente de gracias y bendiciones. Bendecid a
todos los que se afanan por vuestra Iglesia en las
distintas partes del mundo, pero descienda
abundantemente una bendición especial vuestra
sobre todos los Cooperadores y Cooperadoras de San
Francisco de Sales, sobre todos los donantes y, en
especial, sobre los Limosneros, que trabajan por
aumentar vuestro honor y vuestra gloria. Sí,
continuó el Padre Santo, bendecidlos a todos:
bendecid su labor, sus familias, sus intereses y
haced que sean felices en la tierra y
bienaventurados en el cielo.
Ante estas palabras del Vicario de Jesucristo,
no me atreví a expresar más pensamiento que el de
la gratitud, asegurándole que los Cooperadores
Salesianos continuarían trabajando con todo celo
por la gloria de Dios y de la Santa Madre Iglesia.
Y, puesto que las obras encomendadas a la
piedad de nuestros Cooperadores van dirigidas a la
ayuda de los más necesitados de la sociedad y al
sostenimiento de nuestra Santísima Religión, creo
que la limosna necesaria para ganar el Jubileo
concedido por el Padre Santo, del 19 de marzo al
1.° de noviembre del año en curso, puede
entregarse en favor de las mismas.
Finalmente, os aseguro, Beneméritos
Cooperadores y Cooperadoras, que todos los
muchachos favorecidos por vosotros elevarán cada
día conmigo sus oraciones de costumbre, pidiendo
al Cielo por vuestro bienestar espiritual y
material.
El Jubileo, a que se refiere don Bosco, había
sido anunciado por León XIII en la recepción del
20 de febrero al Sacro Colegio, que acudía a
cumplimentarlo por el tercer aniversario de su
exaltación. Como respuesta a los homenajes y
augurios de los Cardenales, después de deplorar
las ofensas infligidas en casi todo el mundo a la
Iglesia y las tristes condiciones a que había sido
reducida la Santa Sede, terminó diciendo:
<((**It15.151**)) y las
obras santas, se apiade más pronto el Señor y
prepare a la Iglesia tiempos mejores. Este Jubileo
si bien, por una parte, es indicio de las
gravísimas circunstancias en que se encuentra la
Iglesia, por otra, es motivo de esperanza y
aliento, pues abre, con generosa abundancia, en
beneficio de la catolicidad, los preciosos tesoros
de los que, por divina bondad, es tan rica la
Esposa de Jesucristo>>.
Mientras don Bosco esperaba su turno para la
audiencia, entre prelados y señoras, se desarrolló
uno de aquellos episodios que, con tanta
habilidad, sabía él provocar y llevar hasta el
final. Entró en la
(**Es15.139**))
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