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condesa Jerónima Uguccioni. El día de Pascua por
la mañana, se quedó atendiendo las visitas en casa
y envió a su compañero de viaje a celebrar la misa
en la pobre capillita del Oratorio; mas, por la
tarde, fue allí él mismo. Asistido por don Miguel
Rúa y don Faustino Confortóla, impartió la
bendición eucarística; después repartió a los
muchachos una gran cantidad de caramelos que le
había regalado, para tal fin, una cooperadora. Se
valió naturalmente de la preciosa ocasión para
ganarse la amistad de aquella turba juvenil.
Visitó también aquella tarde al Arzobispo,
monseñor Eugenio Cecconi, ya que no le fue posible
presentarse antes por celebrarse en la catedral
las funciones de Pascua. Dedicó los otros dos días
a visitar a los bienhechores y tratar algunos
asuntos, como veremos más adelante. El último día
no aceptó ninguna otra invitación y comió con sus
Salesianos. Durante aquellos días visitó a muchas
personas y dejó tras sí una estela luminosa, que
no sabemos decir si fue de admiración por ((**It15.148**)) su
fascinante amabilidad o de veneración que se
transparentaba en su rostro, en su hablar y en
toda su persona 1.
Nuestros viajeros llegaron a Roma por la noche
del día 20 de abril.
Antes de llegar a Florencia y después de salir de
allí, conocieron a muchos que ya eran cooperadores
o que pidieron serlo. Esta vez don Bosco no se
hospedó en Tor de'Specchi, sino que encontró un
discreto alojamiento en la casita adquirida, junto
a la iglesia del Sagrado Corazón. Don Miguel Rúa
describe así las condiciones del lugar 2:
<(**Es15.137**))
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