((**Es15.135**)((**It15.145**)) -(10)
Llevará un registro de las personas beneméritas y
bienhechoras para invitarlas con motivo de fiestas
religiosas, veladas y distribución de premios a
los alumnos.
8. No podrá, sin embargo, salvo en casos graves
y urgentes, despedir alumnos o personal de la
Casa, ni hacer cambios de Maestros y Asistentes,
sin consentimiento del Director, a quien compete
de modo particular la alta dirección de la Casa,
la religiosa y moral de los Socios y todo lo que
atañe a las relaciones con el exterior, ante los
padres de los alumnos y las autoridades
eclesiásticas, civiles y escolares.
9. Los Socios y los alumnos podrán, sin
embargo, dirigirse al Director por cualquier
motivo.
De allí se trasladó a Sampierdarena, donde se
encontró con don Miguel Rúa y otros miembros del
Capítulo Superior con quienes confirió un par de
días. De aquella estancia, sólo podemos narrar un
hecho que don Joaquín Berto recordó en los
Procesos como testigo ocular que fue. Una señora
genovesa, cuyo nombre calla el testigo por
delicadeza, vivía en total desacuerdo con su
marido, quien hacía doce años ni le dirigía la
palabra, sino que pedía a la hija cuanto
necesitaba. Jamás ocurría que le hablara en la
mesa, nunca le daba la menor muestra de atención.
En aquel estado crónico de mal humor, había hasta
olvidado toda práctica religiosa; ya no había
misas ni oraciones. Era insoportable la vida en
familia.
La angustiada mujer, no sabiendo a qué santo
encomendarse, fue a Sampierdarena para ver a don
Bosco, encomendarse a sus oraciones y recibir una
palabra de consuelo. Pero le encontró tan ocupado
que, sin más, le dijo:
-Me es imposible entretenerme mucho tiempo con
usted.
La pobrecita, apenas había empezado a contarle
sus penas, cuando el Beato la interrumpió
diciendo:
-Entregue a su marido esta medalla.
Y, con buenas maneras, la despidió. En este
expeditivo modo de comportarse, había, además,
razones de prudencia, fáciles de adivinar. Pero no
se puede describir la aflicción de la pobre
señora, al verse también privada ((**It15.146**)) del
consuelo que tanto esperaba. Encontróse con don
Pablo Albera, director de la casa, le enseñó la
medalla y le dijo:
->>Cómo me las arreglo yo para entregar esta
medalla a mi marido? No reza nunca. La tirará a
cualquier parte.
Aconsejóle don Pablo Albera que cumpliera
fielmente el consejo de don Bosco y ella replicó
que no se sentía con ánimos para ello; pero don
Pablo le repitió la misma recomendación.
-Pues bien, respondió ella, lo haré y ípase lo
que pase!
Un sábado por la noche, después de cenar en su
casa de campo, la
(**Es15.135**))
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