((**Es15.133**) -Pero
usted creerá en hechos comprobados por testigos,
replicó don Bosco. No sería razonable obrar de
otro modo.
Y empezó a contarle cómo aquella señora había
curado repentinamente con una simple bendición. El
joven escuchaba con atención. Y, don Bosco cuando
terminó de contar lo sucedido, le preguntó cómo
explicaría él la cosa sin admitir la intervención
de lo sobrenatural; y, apremiándole después con
unas sencillas razones sobre la existencia de
Dios, terminó preguntándole:
-Entonces, >>hay alguno por encima de nosotros?
-No hay más remedio que admitirlo, contestó
aquél.
-Por consiguiente...
-Yo no quiero pensar en ello.
-Pero, >>y por qué?
-Porque... porque no quiero cambiar de vida; se
lo digo francamente. Pero, >>quién es usted?
-No hace falta saberlo, le respondió don Bosco,
a quien ((**It15.143**))
ninguno de los presentes conocía.
Y se levantó para bajar del tren, pues ya
habían llegado a San Remo.
Volvía don Bosco a San Remo para dar una
conferencia, anunciada cinco días antes con una
circular suya para aquellos <> 1. Habían llegado a faltar los medios
para proseguir la edificación en la vecina
Vallecrosia; y, para agenciar recursos, había
constituido una comisión de treinta y seis señores
y señoras de la localidad, dispuestos a postular
entre sus conocidos. Ellos hicieron también la
propaganda para atraer gente que escuchara a don
Bosco, y se palpó su efecto. En aquel balneario
habían sembrado abundantemente los protestantes la
indiferencia religiosa; y, sin embargo, se llenó
la iglesia de San Siro y hasta la misma plaza se
colmó de gente ansiosa de oír a don Bosco. El
teólogo Margotti, que era de San Remo y conocía
muy bien su ciudad natal, llegó a decir que el
haber logrado reunir a tanta gente para su sermón,
en una población tan fría para las prácticas
religiosas, le parecía uno de los milagros más
grandes realizados por don Bosco. Al terminar la
conferencia, anunció que pasaría él mismo el cepo
por entre los asistentes para recoger las
limosnas, y siguió diciendo:
-Os extrañaréis, quizás, al ver a un sacerdote
cruzando la iglesia con el cepo en la mano; pero,
cuando miro al crucifijo y pienso en
1 Véase Apénd. Doc. núm. 6.
(**Es15.133**))
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