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sucesivamente de varias enfermedades, después de
algún tiempo de vida inquieta, halló por fin la
paz, gracias a don Bosco quien, después de hacerle
pasar unos meses en Varazze y algunos más en
Alassio, lo aceptó en el noviciado. Pero, al ver
que sus días estaban contados, le acortó el tiempo
de las ordenaciones sagradas hasta el
presbiterado, lo que rio le fue difícil, gracias a
la benevolencia del nuevo obispo de Ivrea,
monseñor David de los condes Riccardi. <>.
El primero de abril por la tarde se trasladó a
San Remo, donde le esperaba el director de
Alassio, don Francisco Cerruti, que, después de
dar la bienvenida al Padre, volvió a su colegio.
Todos se hospedaron en el convento de las hermanas
de la Visitación, entre las cuales se encontraba
una sobrina de don Julio Barberis 1.
Allí tuvo ocasión don Bosco ((**It15.135**)) de
conocer a una gran dama inglesa, recién convertida
al catolicismo, y muy adinerada, la cual respondió
a su invitación, mostrándose dispuesta a ayudar la
obra de Vallecrosia; pero le hubiera gustado,
sobre todo, obtener una fundación en Inglaterra.
Permaneció casi cuatro días en San Remo, donde
aquellas religiosas le trataron lo mejor que se
podía desear. El reposo y el aire saludable
confortaron mucho su delicada salud.
<>.
El día 4 de abril dejó San Remo para ir a
Alassio, y envió esta cartita a don Miguel Rúa:
<<>>Quién sabe si no será posible que te
conviertas en mi ángel custodio de Sampierdarena a
Roma? Nuestras paradas serían más cortas, yo
estaría más descansado, y tú verías las cosas con
tus propios ojos. Dime quid tibi>>.
>>Qué podía responderle sino: Tanto m'Š bel,
quanto a te piace? 2 Un deseo de don Bosco era un
mandato estricto para don Miguel Rúa.
Antes de ir a Roma, necesitaba entrevistarse
con los principales
1 Véase M. B. Vol. XII, pág. 411, en la que,
por cierto, se habla de una <> y no de una
<>. (N. del T.).
2 DANTE, Inf XIX, 37.
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