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y distribuiré la santa comunión a nuestros
muchachos y a nuestros clérigos y ofreceré todo al
Señor y a la Santísima Virgen según su intención y
la de su Señora>>.
A medida que crecían los favores, aumentaba en
don Bosco la necesidad de manifestar su
agradecimiento.
Con esta intención, en la primavera de 1884,
hizo de nuevo grandes elogios del Conde y de la
Condesa ante León XIII, el cual se dignó conceder
al primero otra condecoración. Don Bosco, sin dar
a entender nada de ello, lo invitó a Turín para la
fiesta de san Juan, mejor que para la de María
Auxiliadora, en cuya fecha se encontraba muy
ocupado por la afluencia de visitantes 1.
Ellos acudieron y, en la comida del día
onomástico, se sentaron la Condesa a la derecha y
el Conde a la izquierda de don Bosco en el gran
refectorio. Allí les esperaba la sorpresa. En el
momento más oportuno se presentó don Francisco
Dalmazzo, recién llegado de Roma y leyó el
documento en que se nombraba al Conde, Comendador
de la Orden de San Gregorio Magno. Fue un golpe de
escena, muy bien preparado, que despertó gran
entusiasmo. Terminada la lectura, don Francisco
Dalmazzo se acercó al Conde, le abrazó y entregó
la condecoración; éste, a su vez, la pasó a la
Condesa, la cual, en medio de las aclamaciones de
todos, se la puso al cuello a su marido. El Conde,
siempre de acuerdo con su conducta, cuando volvió
a Tolón, escribió al Beato profesándose en la
firma <>cómo se las va usted a arreglar? Nosotros
procuraremos ser siempre muy discretos y estar
siempre muy contentos al recibir la caridad
((**It15.113**)) que
usted nos prodiga para ayudarnos a salvar almas
para Dios. Usted comprende, Señor Conde, que la
conclusión de esta carta, es una broma y que mi
letra es mala y, por tanto, resulta difícil
hacerme entender. Que Dios les bendiga, querido
señor Conde, a usted y a la Señora Condesa. María
Auxiliadora les conserve en buena salud, y siempre
por el camino del cielo. Todos los de casa,
sacerdotes, clérigos y muchachos, les envían sus
saludos, se encomiendan a sus oraciones y mañana
recibirán la santa comunión según sus
intenciones>>.
Para demostrar su agradecimiento, acostumbraba
hacer a los bienhechores
1 Carta del P. Barruel, Turín, 21 de mayo de
1884.
2 Carta de don Bosco, Turín, 5 de julio de
1884.
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