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en Roma y en Bolonia por la defensa de su causa,
cambió radicalmente de idea.
Así, pues, resuelto el Siervo de Dios a actuar
personalmente con el Gobernador, fue a visitarle.
La primera vez le dijeron que no estaba;
volvió al día siguiente, lo encontró, y fue
recibido. El Gobernador creyó que don Bosco se
presentaba a él para pedirle dinero; y así,
después de los cumplidos de costumbre, le dijo:
-Ya se sabe; don Bosco va siempre mendigando
para sus muchachos.
-Sí,. es cierto; respondió. Este es mi oficio;
pero ahora no estoy aquí para pedirle limosna, he
venido únicamente para saludar a la autoridad.
->>Cómo puede ser esto, si usted es superior a
los Diputados y a los mismos Ministros: ...Cuando
se habla de usted todos nos descubrimos.
Quizá había en estas palabras su tantico de
ironía, quizá quiso el interlocutor dar largas al
asunto; el hecho es que la conversación duró en
aquel tono un buen rato. Pero, en cuanto al objeto
que más interesaba a don Bosco, el resultado fue
nulo, pues el rencor sectario no cejó.
Transcurridos inútilmente cinco años, León XIII,
para poner remedio a aquel estado violento de
cosas, llamó a Roma al cardenal Parocchi, y lo
nombró su Vicario. Allí, como veremos, se encontró
de nuevo con don Bosco en circunstancias de gran
importancia para la Congregación.
El Beato celebraba en el oratorio privado de la
condesa, que se mostraba espléndida en su
hospitalidad, y acudían al Santo Sacrificio
personas tan distinguidas como la señora
Zambeccari, que después hablaba largo tiempo con
él sobre la manera de llevar a término cuanto
antes las fundaciones, con que ella soñaba y a las
que ya hemos aludido en otro lugar.
El día 2 de abril por la tarde llegó a Este.
Fue llevado directamente a casa de su gran
bienhechor Benedicto Pel…, porque, celebrándose
precisamente aquel día su setenta y nueve
cumpleaños, ofrecía un banquete a los amigos y
quería a toda costa que don Bosco honrase su mesa.
La alegría, que experimentó aquella dignísima
persona, ((**It14.105**)) al ver
al Siervo de Dios, no es para expresarlo con
palabras. Pero el bueno del señor Benedicto estaba
a mil leguas de esperar la sorpresa, que le tocó.
En lo mejor del banquete don Bosco se levantó a
hablar y pronunció un precioso brindis, alabando
el celo y la benevolencia de los ciudadanos de
Este con los pobres Salesianos y dando a todos las
gracias de corazón; pero a continuación dio una
noticia, que dejó pasmado al anfitrión.(**Es14.97**))
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