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((**Es14.96**) Recibidas y devueltas gran número de visitas, el Siervo de Dios salió de Florencia para ir a Bolonia, el día 31. La condesa María Malvasía fue a recibirle a la estación, y lo llevó a su palacio, donde le asignó a él y a sus dos acompañantes un cómodo aposento, totalmente independiente. El primer pensamiento del Beato fue visitar al cardenal arzobispo, Lúcido María Parocchi, que agradeció muchísimo la visita e invitó ((**It14.103**)) a todos para el día siguiente. Su Eminencia tenía muchas y buenas razones para prodigarle atenciones, como lo hizo; sabía en efecto, cuánto, de acuerdo con León XIII y con el Secretario de Estado, se había interesado en Roma y seguía interesándose por su penosa situación: había sido promovido de la sede de Pavía al Arzobispado de Bolonia el 13 de marzo de 1877 y, después de haber hecho el ingreso en su catedral, no lograba se le concediera el exequatur. El senador Pépoli, en la sesión parlamentaria del 23 de enero de 1879, había reiterado en la Cámara de Senadores su interrogación del porqué de aquella negativa. El ministro Taiani contestó que, como en el Vaticano soplaban <>, se podría también suavizar la austeridad de las negativas del exequatur; pero tuvo la osadía de decir que <<íno se podía presumir que, al bajar Pío IX a la tumba>>, hubieran <>. Viniendo después al caso, justificó la actitud ministerial con el Arzobispo de Bolonia, alegando la oposición de las autoridades locales, como la del Gobernador, la de la Comisaría General de Policía, y la de los Magistrados. Es probable que León XIII desease que don Bosco fuera a Roma para facilitar a la Secretaría de Estado las difíciles y delicadas negociaciones. Con otros Obispos el Gobierno se avino realmente a un proceder más benigno, pero con el de Bolonia se mantenía irreductible. Sabedor el Beato de que el fuerte de la oposición estaba en los bandos políticos locales que hacían pasar falsamente a Parocchi por intransigente peligroso, esperaba vencer la resistencia sobre el terreno acudiendo al Gobernador. Este celo le granjeó el ánimo del Cardenal que, al cerciorarse de estos intentos, depuso ciertas prevenciones que tenía contra el Siervo de Dios, como lo demostraron los hechos. El marqués Bevilacqua, firme siempre en su propósito de dotar a Bolonia de un centro de beneficencia para la juventud más necesitada, había llevado el asunto tan adelante que estaba a punto de ir a Roma para ponerlo todo en manos de don Bosco; pero, cuando habló al Cardenal de su intento, éste en un principio negó su asentimiento y acudió a otra Congregación, la cual declinó el ofrecimiento por falta de personal. Entonces, al enterarse del interés que ((**It14.104**)) don Bosco había puesto(**Es14.96**))
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