((**Es14.85**)
Honorabilísimo señor Comendador:
Me encuentro sumamente necesitado de su apoyo.
He elevado una súplica al Ministerio de
Instrucción Pública, para que las escuelas de este
centro de muchachos pobres, sean consideradas como
escuelas de caridad dirigidas por quien les hace
las veces del padre, y, por consiguiente, sin que
los profesores estén obligados a tener título
legal. Esto debera tratarse tal vez el lunes o el
martes. Desearía que los actuales profesores estén
autorizados provisoriamente, o que se los admita a
presentarse a los exámentes prescritos, aunque no
tengan la edad necesaria, por un decreto
ministerial.
Una palabra suya me sería muy favorable,
especialmente para el nuevo ministro, que tal vez
no conoce cómo esta casa es un verdadero orfanato
y que la mayor parte de los alumnos han sido
enviados aquí por las autoridades públicas.
Confío en su bondad y tendremos un motivo mas
para nuestra gratitud hacia usted, benemérito
señor Comendador.
Acepte los saludos del profesor Pechenino y del
profesor Durando; los dos aquí presentes mientras
escribo, desean los recuerde a su benevolencia.
Dios le conserve en buena salud y en vida feliz
y créame con sincera gratitud,
De V. S. Honorabilísima.
Turín, 19 de octubre de 1878
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It14.90**)) El
Ministerio encargó al Gobernador que participara a
don Bosco que, como ya había sucedido otra vez,
ahora, muy a pesar suyo, no se podía hacer
excepción a la ley general y que se confirmaba en
todo y por todo la deliberación del Consejo
escolástico provincial.
Al cumplir el encargo, el Gobernador rogaba por
su cuenta a don Bosco que le enviara urgentemente
la lista y los diplomas de los profesores; que era
voluntad del Ministerio que, si don Bosco no
obedecía a la invitación, se procediese a norma de
la Ley. Don Bosco envió el 15 de noviembre los
nombres de don Miguel Rúa, don Celestino Durando,
don Juan Bonetti, don José Bertello y don Marcos
Pechenino. A la lista de los profesores titulados
quiso añadir también la nota de los profesores
suplentes en cada clase, que no tenían ningún
título. Hombre de empresas atrevidas como era,
parece que con esto intentara obtener una
aprobación implícita en favor de los no titulados.
El siempre pensó que el Oratorio fuese
reconocido como <>. Un par de
semanas después, el Delegado Rho efectuó una
inspección inesperada a todas las clases y locales
del Oratorio, acompañado por el Delegado de
Novara. Dos de los titulados, que estaban en casa,
tuvieron tiempo para hacerse cargo de su clase; en
las demás se encontraron con los suplentes. El
funcionario no ocultó al marcharse(**Es14.85**))
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