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responsabilidades y le aseguro que no podrían
merecerse mi gratitud de ninguna otra forma.
Las intenciones, que V. S. me manifiesta para
la consolidación y crecimiento de su instituto,
las confirmo plenamente, y no dudo que su celo e
incansable actividad, con la ayuda de Dios,
logrará llevarlas prósperamente a efecto. En
cuanto a mí, deseoso de contribuir, en la medida
de mis fuerzas, a esta obra del Señor: espero que
me proporcionará las ocasiones de ayudarle en sus
dignos propósitos. Desearía, entre tanto, que me
diese claros informes de qué medios tendría que
valerme en relación con lo primero de que me
habla, a saber, de las misiones extranjeras y de
las nuevas relaciones que desea establecer entre
ellas y otros entes.
No dejé de presentar en seguida al Padre Santo
el encargo que me pedía, y me alegro de poderle
asegurar que fue atendido por S. S. con el más
vivo agrado.Así, pues, con los sentimientos del
mayor aprecio y particular consideración tengo el
gusto de profesarme de todo corazón,
De V. S. Ilma.
Vaticano, 29 de abril de 1879
Su seguro servidor
L. Card. NINA
Nada hemos dicho todavía de la salud de don
Bosco. Era ésta por entonces, bastante buena, a
excepción de los ojos; sobre ello, nada mejor que
escarbar en la ((**It14.81**))
correspondencia de sus dos secretarios con don
Miguel Rúa. El 2 de marzo le escribía don Juan
Bonetti:
<>. Y don Joaquín
Berto el día 7:
<>.
El mismo dos días después:
<>.
En la misma fecha leemos en el Diario:
<>.
1 A la hora del Avemaría se oye desde lo alto
del Capitolio un concierto de campanas que llena
el aire de mística armonía e inunda el alma de
suave conmoción.(**Es14.77**))
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