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españoles, en la plaza Novara; afortunadamente
llegaron a tiempo los misioneros belgas del
Sagrado Corazón para impedirlo.
Estos enemigos de la fe en Jesucristo, dijo el
Cardenal Vicario en la conferencia a los
Cooperadores Salesianos, no sólo han edificado
aquí templos y han abierto escuelas de la mentira,
sino también han construido hospicios de caridad,
y se valen de toda clase de artimañas para ganar
prosélitos, especialmente en las clases pobres de
la sociedad y entre la inexperta y pobre juventud.
El dar a conocer el apostolado que los
salesianos habían ya realizado en este campo
servía para confirmar la oportunidad de llamarlos
a desplegar el mismo celo también en Roma.
((**It14.76**)) En la
segunda relación exponía don Bosco las necesidades
de las misiones de América, reseñando la obra de
María Auxiliadora establecida en Sampierdarena,
como fuente abundante de vocaciones misioneras.
Aquí también pedía ayuda de ornamentos y vasos
sagrados, libros y dinero 1. Ya había tratado de
las misiones en la primera audiencia con el
cardenal Nina, el cual le había dicho:
-El Padre Santo sabe que usted está en Roma y
mañana por la mañana, cuando yo vaya a la
audiencia, le expondré lo que usted me ha dicho.
Entre tanto, vaya de mi parte al cardenal Simeoni,
Prefecto de Propaganda Fide, y dígale que hable
conmigo y estudiaremos la manera de proporcionar
ayuda a don Bosco para las misiones.
El Prefecto de Propaganda Fide recibió a don
Bosco el día 8 de marzo, por la tarde, y se
entretuvo con él más de hora y media hablando de
este tema; fue después dos veces a ver a monseñor
Zitelli, copista de la misma Congregación; pero
ignoramos el resultado de estas conferencias.
Siempre con el mismo objeto, escribió una súplica
al Padre Santo, a quien describía el Oratorio de
Turín y el Hospicio de Sampierdarena como dos
seminarios para las Misiones extranjeras, y
elevaba la súplica de que tuviese a bien decir una
palabra en su favor a las direcciones de las Obras
de la Propagación de la Fe y de la Santa Infancia.
Aún hizo llegar al Padre Santo otras tres
súplicas solicitando favores espirituales. En la
primera pedía que los sacerdotes salesianos, ya
aprobados en alguna diócesis para confesar,
pudiesen ser autorizados por los Directores de las
casas para confesar a los alumnos y demás personas
residentes en ellas, y que los mismos sacerdotes,
de viaje por tierra o por mar en los lugares de
misión, tuviesen facultad para confesar libremente
a los fieles. En la segunda imploraba que las
indulgencias
1 Véase: Apéndice, doc. núm. 9, A y B.(**Es14.73**))
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