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perfectamente si somos mercenarios o si trabajamos
por su amor. >>Nosotros mismos alabaremos y
estimaremos al que busca la alabanza?
10.° Justa severidad: no se toleren respuestas
insolentes y faltas al reglamento, principalmente
por los mayores. La ley debe ser igual para todos,
por lo tanto, ciertas faltas sean siempre
castigadas.
Las atenciones especiales tenidas con los
alumnos de quinto curso durante los años pasados
produjeron frutos amarguísimos. La tolerancia los
hizo altivos. Murmuraban tranquilamente en
presencia de los asistentes y, como eran mayores,
no se les tenía en cuenta. -Insultaban a quien no
les gustaba, y se agachaba la cabeza. -Se les
sorprendía in fraganti y se les prometía silencio.
-Son mayores, se decía, para excusarlos. -Y si un
pequeño hubiese obrado así, >>se le habría
perdonado? >>Y no es esto una injusticia? La
demasiada bondad hace que, al llegar a cierto
punto, ya no se puede seguir así; entonces se
habla, se querría que el Director hiciese, que
hablase. -Pero ante la alternativa de despedirlos
o aguantarlos todavía un mes, qué decisión se
puede tomar? >>Expulsarlos? íPero quizá conocen
secretos importantes que alguien les comunicó!
>>Aguantarlos? Pero los pequeños desobedecen,
desprecian imitando a los mayores. -No reciben los
sacramentos, porque no lo hacen los mayores. -Se
portan mal en la iglesia, porque los mayores no
quieren saber nada ((**It14.849**)) de
devociones, se hacen soberbios, intratables,
porque así son los mayores. >>Qué hay que hacer?
El maestro del quinto curso manifiesta a
principio del año a sus alumnos el gran bien que
pueden hacer a todo el colegio con su buena
conducta.
11.° No amparar las escapatorias de los
muchachos, no ocultarlas por un amor propio mal
entendido, por miedo a perder la confianza a
cierta popularidad.
Guardaos de tomar parte en sus faltas contra
las reglas con ciertos permisos, meriendas, baños,
recibiendo dinero que debía entregarse al
prefecto, con ciertas compras sin permiso del
director. En estos casos, además de la
desobediencia, pesará sobre el que quiere obrar
por su cuenta toda la responsabilidad del mal que
puede venir, y entonces no es el director el que
dará cuenta ante el tribunal de Dios si no quien
ha otorgado el permiso. El clérigo y el sacerdote,
deben ser los primeros en respetar la regla,
porque el ser superior no suprime la obligación de
obedecer las reglas de la sociedad e incluso del
colegio. Dicen los teólogos que el legislador está
también obligado a la ley promulgada por él, para
evitar el escándalo que se seguiría si no la
observara.
Nosotros estamos obligados por el voto de
obediencia, como tantas veces explicó don Bosco.
Debemos ser la personificación de la regla y
cientos de bonitos discursos, sin el ejemplo, no
valen para nada. Cuando el joven ve obedecer al
que es superior a él, también se somete de buena
gana y no escucha ciertas razones: -Porque son
superiores hacen lo que quieren. -Y no es nuestra
voluntad la que nosotros, superiores, hemos de
hacer sino lo que manda la regla. La regla es
superior a todos: íes la voz de Dios!
12.° Respetar la fama de los alumnos: -no
mortificarlos en público con ciertas expresiones o
términos indecorosos; -no dejar entender que se
sospecha, sino vigilar con prudencia sin que se
den cuenta; -no reprenderles sin estar seguros de
las faltas; por tanto, no creer enseguida las
informaciones, no obrar precipitadamente, sino
examinar la cuestión con sangre fría.
No contar a los alumnos nada deshonroso para
los compañeros, por ningún motivo; aunque en el
pasado hubiesen tenido una conducta inmoral, no se
recuerde, sobre
(**Es14.725**))
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