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((**Es14.722**) Dígase lo mismo de todos los demás colegios de nuestra sociedad. 2.° No hacer nunca confidencias a los muchachos sobre las cosas de la casa, cuando hay algún inconveniente. -No hablar de los defectos de alguno de nuestros hermanos, pues todos tenemos defectos. -En todas las conversaciones, defendamos lo que se puede defender, excusemos lo que se puede excusar y no dejemos nunca de exaltar las virtudes de los hermanos. Cuando se trata de nuestra fama, bien sabemos ser elocuentes. -No escuchar ni tomar parte en las conversaciones contra los superiores. -No reírse en público de las faltas de educación de alguno, no provocar o admitir acusaciones de un alumno contra un clérigo, especialmente si se tratase de ofensas hechas a nosotros. -Mucho menos preguntar directamente, ((**It14.845**)) querer que se hable, prometer secreto o amenazar con castigos. -No servirse de los muchachos para ciertas pequeñas rencillas, o peor, para vigilar a algún compañero que sospechamos nos prepara una broma que no nos gusta. No reprender a un compañero en público; y mucho menos decir a un alumno que no se acerque a determinado clérigo, porque éste le manifiesta demasiado afecto, sobre todo si se hace por cierta envidia. Si un hermano falta, avisadlo en privado y, si no tenéis valor para ello o temor a ofenderlo, decídselo al Director, el cual cumplirá con caridad su oficio. -Formemos un solo corazón. -Hablemos siempre alabando a nuestros compañeros, porque censurar a uno es censurar a todos. 3.° No usar entre nosotros palabras groseras o términos violentos; esto escandaliza a los muchachos y va contra la caridad. El desprecio caerá siempre sobre quien insulta al compañero. Todavía ahora fuera del colegio los muchachos hablan de ciertos términos empleados por algunos en ciertas circunstancias. A mí me ha tocado la triste tarea de que me preguntaran algunos padres si era verdad lo que habían contado sus hijos, sobre palabras usadas por clérigos cuyo nombre, apellido y pueblo sabían. Contesté a su pregunta con medias palabras, porque la negativa absoluta habría sido una verdadera mentira. Otro joven repetía un término que, sin ser malo, no lo usan personas educadas: íCorpo! 1. La madre le reprendió y el joven respondió inmediatamente que lo había oído a unos clérigos, y la madre se quejó de esto. Ved cómo las palabras más insignificantes se llevan fuera. 4.° No poner a nadie las manos encima, o darse de puñetazos para que rían los hermanos. Ciertas escenas que se castigarían en los muchachos, decid vosotros si están bien en los clérigos. Ver a los superiores que se pelean ante los alumnos, que se tiran por tierra y se levantan sucios del todo: íqué espectáculo! Y peor todavía hacerlo con un poco de cólera. Los jóvenes se dan cuenta de todo. Y luego no se dirá: -Fulano hace así; sino, en el colegio, los superiores hacen así. 5.° Inspirar confianza en el Director. Cuando un alumno, irritado por un castigo, dice: -Iré al Director, no hay que aumentar el castigo o utilizar las manos, sino decirle: -Vete, vete; y el muchacho no irá y, si va, la culpa será siempre de él. Ni tampoco decir: -No quiero digáis a nadie, ni siquiera al director, lo que ocurre en clase o en los paseos. No lamentarse jamás con los alumnos, si uno se ha ofendido r las disposiciones de los superiores; hablar, en cambio, con el Director el cual procurará contentar a todos. Estas murmuraciones irritan los ánimos y los alumnos se dan cuenta de ciertos saludos negativos, de ciertos movimientos de hombros, de ciertas respuestas secas 1 Exclamación más o menos popular y vulgar. (N. del T.). (**Es14.722**))
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