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dos tercios, a los bolsillos de ciertos
administradores. Don Bosco, como de costumbre,
aceptó en general sin llegar a detalles, pero
poniendo como primera cosa y ante todo tres
condiciones preliminares, a saber: plena libertad
para todo lo concerniente a la disciplina interna
o que se refiriese a ella; retirada total de gente
extraña, pues se habían establecido en aquellos
locales numerosas familias; mano libre sobre los
dos tercios de las rentas. El Príncipe, que
abrigaba óptimas intenciones, dijo que reuniría en
seguida a la Comisión y, si se llegaba a un
acuerdo, le comunicaría la respuesta. Don Bosco
hizo que le enviaran desde Turín un ejemplar del
Reglamento interno del Oratorio. Pasó un mes y los
señores de la administración seguían discutiendo.
Se podía fácilmente prever que la buena ((**It14.75**))
voluntad del Presidente no lograría salirse con la
suya; lo cierto es que la respuesta no llegó.
Mientras tanto don Bosco trabajaba en ultimar
una relación sobre el estado moral y material de
la Sociedad Salesiana para presentarla a la Santa
Sede; pero ahora no decimos nada, porque tendremos
que hablar con más sosiego de ello, en adelante.
No satisfecho con esta relación general
informativa a la Santa Sede, presentó otras dos
particulares al Cardenal Secretario de Estado, con
el fin explícito de obtener recursos. En la
primera enumeraba los esfuerzos, que habían
realizado los Salesianos, especialmente en Turín,
en La Spezia y en Vallecrosia, para contrarrestar
las maniobras protestantes, mas, para asegurar y
aumentar el bien allí comenzado, se necesitaban
poderosos medios materiales y morales, tanto más
que en los tres lugares había que levantar
iglesias y colegios. La propaganda protestante
daba entonces gran trabajo a los italianos. La
libertad concedida por las leyes había
desencadenado en Italia una invasión de emisarios
evangélicos, que no conocían freno alguno. Por
algo don Bosco, entre las obras de caridad
consignadas en las Reglas de la Sociedad
Salesiana, había introducido poner un dique a la
herejía; él veía por desgracia de cuántas maneras
intentaba ésta insinuarse entre los rudos e
ignorantes. En la ciudad de los Papas, a través de
la brecha de Porta Pía, la ola protestante
irrumpió impetuosa y se extendió. Poco faltó para
que los protestantes no se instalasen en la
iglesia de los
se tiraron los platos con la comida, como acto de
protesta. Este género de protesta se ha
manifestado incluso dentro de los locales de la
Comisión, con su correspondiente lanzamiento,
desde luego no de confites. Y todo esto fue
coreado por vandálicos actos de puertas y paredes
intencionadamente destrozadas. Hay mas. Durante
cinco días seguidos estalló una violenta rebelión
con pedradas y rotura de mas de veinte lunas de
cristal>>. Y mas abajo el diario deplora que la
obra del director Lovatelli tuviera como resultado
<>.(**Es14.72**))
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