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cuando yo salí de aquellos talleres donde impartí
mi bendición a todos los que allí había.
No dudo que ello se debió a una inadvertencia o
irreflexión del Rector o del clérigo que vigilaba
en aquellos locales; así como también estoy seguro
de que fue irreflexión la de algunos clérigos que
estaban en el patio y huyeron a toda prisa, a
nuestro paso; pero creo es mi deber advertirle que
dé a conocer, a todas las personas que dependen de
V. S., la excelencia divina del carácter episcopal
y el deber gravísimo que les incumbe, lo mismo que
a todos los fieles, indistintamente, de rendirle
siempre el respeto que se le debe, siendo éste el
carácter de nuestro divino Redentor Jesucristo, el
cual se conserva visible en esta tierra en la
persona de los Obispos, que son los que lo
representan en la plenitud del Sacerdocio.
Augurándole toto corde todo bien de Dios,
Suprema Bondad, soy con todo el aprecio que
merece,
Turín, 22 de octubre de 1880
Su
afmo. y s. s. en el Señor
>> LORENZO, Arzob.
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Carta de monseñor Gastaldi a
monseñor Belasio
Ilmo. y Rvmo. Monseñor:
Pensando en lo que V. S. me dijo ayer, le
aseguro que sería para mí una grandísima y
gratísima satisfacción ver a don Bosco y a sus
Salesianos encariñados y respetuosos con esta
Autoridad Arzobispal, con la que, aunque sin
mérito alguno, me veo honrado, al menos como las
demás Congregaciones religiosas. Pero
desgraciadamente no es así, el espíritu de
autonomía e independencia, del que hace poco
tiempo se dio una prueba en Chieri, se opone a la
buena inteligencia, que debiera existir por
doquiera entre el Obispo y los sacerdotes
existentes en su diócesis, todos los cuales,
seculares y regulares, deben ser coadjutores del
Obispo y no perturbadores, deben ayudarlo, no a su
antojo y capricho contra su dirección, sino con
plena aceptación y perfecta sumisión a su
autoridad. De lo contrario, mientras edifican con
una mano destruyen con la otra; por un lado,
llevan almas a Dios y, por el otro lado, siembran
la discordia y el cisma.
Esta mañana he ordenado sacerdotes a dos
Salesianos y les he dicho con las palabras de la
Iglesia: Filii dilectissimi, quos ad nostrum
adiutorium, fratrum nostrorum arbitrium
consecrandos elegit... sint provvidi cooperatores
ordinis nostri, y me entraban ganas de llorar,
pensando en los gravísimos trastornos, que don
Bosco y los suyos me han causado y me causan, con
sus palabras y sus libelos difamatorios, que han
esparcido por toda Italia, y en las molestias, que
pronto causarán estos mismos, a quienes esta
mañana he impuesto mis manos y cuyas manos he
consagrado. íPiensen en ello: los gemidos y las
lágrimas de un Obispo no son para ser
despreciadas!
Por lo cual, si V. S. y todas las personas
interesadas en esta materia quieren interponer sus
buenos oficios con don Bosco y sus Salesianos, e
inducirlos a dar al Arzobispo de Turín, en cuya
diócesis tienen hasta ahora la sede principal y su
cuna, y el cual ha cooperado eficazmente a su
fundación con dinero, con la pluma y con la
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