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((**Es14.684**) cuando yo salí de aquellos talleres donde impartí mi bendición a todos los que allí había. No dudo que ello se debió a una inadvertencia o irreflexión del Rector o del clérigo que vigilaba en aquellos locales; así como también estoy seguro de que fue irreflexión la de algunos clérigos que estaban en el patio y huyeron a toda prisa, a nuestro paso; pero creo es mi deber advertirle que dé a conocer, a todas las personas que dependen de V. S., la excelencia divina del carácter episcopal y el deber gravísimo que les incumbe, lo mismo que a todos los fieles, indistintamente, de rendirle siempre el respeto que se le debe, siendo éste el carácter de nuestro divino Redentor Jesucristo, el cual se conserva visible en esta tierra en la persona de los Obispos, que son los que lo representan en la plenitud del Sacerdocio. Augurándole toto corde todo bien de Dios, Suprema Bondad, soy con todo el aprecio que merece, Turín, 22 de octubre de 1880 Su afmo. y s. s. en el Señor >> LORENZO, Arzob. ((**It14.801**)) 63 Carta de monseñor Gastaldi a monseñor Belasio Ilmo. y Rvmo. Monseñor: Pensando en lo que V. S. me dijo ayer, le aseguro que sería para mí una grandísima y gratísima satisfacción ver a don Bosco y a sus Salesianos encariñados y respetuosos con esta Autoridad Arzobispal, con la que, aunque sin mérito alguno, me veo honrado, al menos como las demás Congregaciones religiosas. Pero desgraciadamente no es así, el espíritu de autonomía e independencia, del que hace poco tiempo se dio una prueba en Chieri, se opone a la buena inteligencia, que debiera existir por doquiera entre el Obispo y los sacerdotes existentes en su diócesis, todos los cuales, seculares y regulares, deben ser coadjutores del Obispo y no perturbadores, deben ayudarlo, no a su antojo y capricho contra su dirección, sino con plena aceptación y perfecta sumisión a su autoridad. De lo contrario, mientras edifican con una mano destruyen con la otra; por un lado, llevan almas a Dios y, por el otro lado, siembran la discordia y el cisma. Esta mañana he ordenado sacerdotes a dos Salesianos y les he dicho con las palabras de la Iglesia: Filii dilectissimi, quos ad nostrum adiutorium, fratrum nostrorum arbitrium consecrandos elegit... sint provvidi cooperatores ordinis nostri, y me entraban ganas de llorar, pensando en los gravísimos trastornos, que don Bosco y los suyos me han causado y me causan, con sus palabras y sus libelos difamatorios, que han esparcido por toda Italia, y en las molestias, que pronto causarán estos mismos, a quienes esta mañana he impuesto mis manos y cuyas manos he consagrado. íPiensen en ello: los gemidos y las lágrimas de un Obispo no son para ser despreciadas! Por lo cual, si V. S. y todas las personas interesadas en esta materia quieren interponer sus buenos oficios con don Bosco y sus Salesianos, e inducirlos a dar al Arzobispo de Turín, en cuya diócesis tienen hasta ahora la sede principal y su cuna, y el cual ha cooperado eficazmente a su fundación con dinero, con la pluma y con la (**Es14.684**))
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