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Carta de don Juan Cagliero al Cardenal
Nina
Eminencia Reverendísima:
El hecho que motivó la carta de V. E. del 23 de
junio pasado, sucedió precisamente estando don
Bosco ausente de Turín, desde hacía varios meses.
Y como quiera que el ofrecimiento de la casa y
terreno, de que habla en su veneradísima, fue
hecho por S. E. Rvma. al señor Arzobispo de Turín
al que esto escribe y por mí, a la Congregación
Salesiana, por eso yo, mejor que ningún otro,
estoy en condiciones de presentar a V. E. nuestro
benévolo Protector, las aclaraciones del caso.
El día 22 de marzo pasado, me envió S. E. Rvma.
Mons. Arzobispo una carta en la que me ofrecía, y
por mí a la Congregación Salesiana, el empleo de
una casa y un capital de seis mil liras, a
condición de abrir un Oratorio festivo y dos
escuelas gratuitas diarias para los chicos de la
parroquia del Sagrado Corazón de Jesús.
Mientras envié copia de la carta de S. E. Rvma.
a don Bosco, entonces en Roma, y esperaba su
contestación, fui personalmente al señor Arzobispo
para agradecerle su ofrecimiento, pedir
aclaraciones sobre el proyecto y visitar el local
en cuestión.
Todo examinado, y teniendo en cuenta que el
mismo ofrecimiento ya había sido hecho a otras
corporaciones religiosas, que no lo habían
aceptado, y que la Congregación Salesiana, por
falta de personal, no estaba en condiciones de
abrir una nueva casa, con trescientas liras
anuales, que es el resultado de un capital de seis
mil liras, determiné juntamente con don Miguel
Rúa, también interesado en el proyecto de
Monseñor, que la Congregación se encontraba en la
imposibilidad de cargarse con el peso de aquel
proyecto.
Llegó mientras tanto la contestación de don
Bosco desde Roma, en la que me decía que el
proyecto de Su Excelencia, aunque muy digno de
alabanza, podía convenir a los RR. Padres
Capuchinos, a quienes estaba confiado el cuidado
parroquial de la iglesia del Sagrado Corazón.
((**It14.799**)) Volví
entonces a hablar con el señor Arzobispo y le
expuse mis observaciones y la respuesta de don
Bosco. Pero, deseando complacer el pensamiento de
Su Excelencia, dije:
1.° Que estaríamos dispuestos a abrir el
oratorio festivo, sin tener en cuenta el
sacrificio de la distancia de los cinco
kilómetros, que hay de nuestra casa de Valdocco a
la iglesia del Sagrado Corazón; y enviando cada
domingo el personal necesario para el fin
propuesto, como ya lo hacen los Salesianos con los
oratorios de San Luis y de San José, el primero
poco distante y el segundo bastante próximo a la
parroquia del Sagrado Corazón.
2.° Podríamos aceptar las escuelas, tan pronto
como estuviese abierta al culto la iglesia de San
Juan Evangelista, próxima a la Casa y al terreno
ofrecido para este fin, porque, desde allí,
podrían trasladarse dos maestros mañana y tarde
con facilidad, para hacer funcionar las escuelas
que deseaba el señor Arzobispo. Encontrando justas
mis observaciones, concluyó Monseñor conmigo que
la Congregación Salesiana no podría tener abierta
una casa con trescientas liras anuales solamente y
dijo que se suspendiesen por entonces las
gestiones y se aguardara hasta la apertura de la
iglesia y la casa de San Juan Evangelista, cuyas
obras se aproximan a su término.
Llegó, mientras tanto, don Bosco de su visita a
nuestras casas de Liguria y fue invitado por el
señor Arzobispo a ir a palacio. Nuestro Superior
se veía obligado por
(**Es14.682**))
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