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fisonomía de todos los visitantes, quedé en
seguida impresionado por el aspecto de singular
modestia, serenidad y recogimiento, que se
desprendía de sus rostros, especialmente del que
aparentaba más edad, que era precisamente don
Bosco. Durante la larga espera de audiencia, seguí
observandolo y quedé admirado de la calma con que,
sin dar señales de preocupación, ora parecía
absorto en graves pensamientos, ora leía y tomaba
atentamente notas en una agenda. Mientras tanto,
el tiempo de las audiencias se acercaba a su fin.
Por la abundancia de visitantes, en aquella
mañana, se preveía que muchos tendrian que salir
((**It14.70**)) sin
lograrla, y entre ellos don Bosco, que había
llegado algo tarde. Pero él, como quien no tiene
prisa para ser admitido, esperaba siempre en su
puesto, con inmutable tranquilidad. Jamás había
visto en tales circunstancias tanta calma en
visitantes en espera, hacia el término de las
audiencias; y llegué en mis adentros a la
conclusión de que don Bosco debía ser un hombre de
Dios, una alma santa, porque su calma singular era
fruto de una inalterable paz y dulzura, o era
inspirada por la seguridad de una luz superior, de
que tendria la audiencia.
>>Penetrado, pues, de admiración y veneración,
resolví obtenerle a toda costa la audiencia. Y así
que se dio por terminado el plazo, y partieron los
visitantes que no habían sido recibidos, dije a
don Bosco que aguardase; me presenté al Cardenal y
le rogué encarecidamente le diese audiencia,
refiriéndole la gran impresión que me había
producido de hombre santo. El Cardenal
condescendió, don Bosco entró a la audiencia y
estuvo un tiempo discreto. Cuando salió, comprendí
que había recibido una acogida favorable, y me
detuve a preguntarle los informes que podria darme
sobre su condición. Y don Bosco me habló
amablemente de su Instituto, que yo no conocía en
absoluto, y de sus Cooperadores, en cuya unión me
aceptó con mucho gusto.
>>Recuerdo otro detalle; después de despedirse
de mí, al atravesar la primera sala de entrada,
entregó una propina a los servidores del Cardenal,
que la aceptaron muy agradecidos. A mi entender,
quiso compensarlos de este modo por haberlos hecho
esperar más tiempo del reglamentario; y también
este detalle me descubrió en él al hombre de Dios,
que tenía con todos las más delicadas atenciones>>
1.
En su residencia de la calle Tor de'Specchi,
eclesiásticos y seglares se disputaban sus escasos
ratos de tiempo libre. Nobles señores fueron a
visitarle o le recibieron en sus casas con todos
los honores. Fueron
1 Carta del P. Rafael del Corazón de Jesús,
sacerdote Pasionista. La Spezia (Bugnato), 1.° de
diciembre de 1924 (Bollettino Salesiano, febrero
de 1925 pág. 36).(**Es14.68**))
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