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ayuda y nos autorice a establecer una casa central
en Patagonia, en la desembocadura del Río Negro.
Además, para realizar un deseo Vuestro,
Beatísimo Padre, que es para nosotros un mandato,
algunos de nosotros partieron ya hacia el
Paraguay, y otros están preparados para la salida.
Pero, siempre y en todas partes, ((**It14.768**))
notamos gran falta de operarios evangélicos y
tenemos suma y urgente necesidad de que nos llegue
ayuda de Europa, no tanto para aliviar el inmenso
trabajo que tenemos, cuanto para extender más el
Reino de Jesucristo.
Para este fin, Beatísimo Padre, imploramos con
más ardor Vuestra Apostólica Bendición y la
imploramos en esta ocasión tan propicia, para
nosotros y para la Iglesia, de Vuestro día
onomástico.
Esta bendición, estamos seguros, como benéfico
rocío celestial, vigorizará nuestro espíritu, nos
infundirá nuevo ardor y fuerzas en nuestras
peregrinaciones apostólicas y fecundará santas
vocaciones para las Misiones, que se unirán a
nosotros para conservar la fe de Cristo en estas
tierras australes, y propagarla entre los millares
de salvajes, que incesantemente suspiran operarios
evangélicos.
Beatísimo Padre, los Misioneros Salesianos
quieren ser humildes y ciegos instrumentos en
Vuestras manos santísimas. Queremos que nuestra
misma Congregación se entregue a Vuestros
Santísimos fines: por eso, según Vuestra
sabiduría, prudencia y bondad aconsejad, ordenad,
mandad y nosotros, fortalecidos por Vuestra
Bendición, confirmados por las suaves palabras,
volaremos dispuestos a dar hasta la misma vida,
para cumplir vuestra santa voluntad, que es la de
Dios y de nuestra santísima Religión, de la que
sois piedra fundamental, Doctor Supremo y Maestro
infalible.
En nombre de todos los Salesianos de América
del Sur, tengo el incomparable honor y el inefable
consuelo de poderme postrar a los pies de V. S.
Buenos Aires, 6 de julio de 1879
Muy humilde
y afectísimo hijo
FRANCISCO BODRATO, Pbro. Superior.
B
Beatísimo Padre:
En estos días de universales felicitaciones y
cordiales augurios para el Año Nuevo, nosotros,
Misioneros Salesianos en América del Sur, sentimos
la imperiosa necesidad de manifestar a V. S. los
sentimientos de nuestro corazón. Son los
sentimientos del profundo respeto que nosotros,
pobres operarios de Jesucristo, profesamos a la
Augusta Cabeza de la fe católica, de la que somos
los últimos e ínfimos pregoneros; son los
sentimientos de los devotos y afectísimos hijos al
Padre Común y Pastor de toda la grey católica; son
los sentimientos de la gratitud experimentada y
profundamente grabada en nuestros corazones por la
benevolencia y caridad generosa, que V. S. ha
tenido siempre con nuestra humilde Congregación.
Quiera el Cielo escuchar nuestras
(**Es14.656**))
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