((**Es14.654**)
Me atrevería a rogarle se interesara ante el Rey
con esta intención, que Su Majestad seguramente no
le negará, si puede hacer algo en este asunto.
Mis venerables Superiores me animan mucho a que
me dirija a V. M. R. P. Suplícole, pues,
encarecidamente me haga este favor, por el que
siempre le quedaré infinitamente agradecido. Dado
el caso de que sus intentos resultaran
infructuosos, >>qué piensa usted sobre el ir a
Italia de incógnito? >>Cree usted que sería
prudente y posible, y, en tal caso, podría
ayudarme o darme alguna recomendación útil?
Espero, mejor dicho, estoy seguro de que su
generosa caridad no me abandonará en tan
apremiante necesidad.
Por otra parte, si deseo ir a Italia, es
principalmente para hacer algún bien a mi pobre
familia, cuya conversión sabe usted me interesa
mucho. Además, el Señor sabe cuánto sufro al verme
privado, a causa de mi enfermedad, de la dulce
satisfacción de trabajar en el sagrado ministerio
por el bien de las almas.
Actualmente me encuentro en Marsella, para
tomar baños de mar que me sientan muy bien. Le
prevengo que estoy aquí de incógnito y, si usted
se digna contestarme, como lo espero y aguardo con
la mayor impaciencia, ruégole lo haga con esta
dirección:
-Monsieur l'Abbé Pie, chez les FrŠres de
Saint-Jean-de-Dieu, SAINT-LOUIS, prŠs Marseille
(Banlieue).
((**It14.766**)) Ya
sabe usted que la política va muy mal por aquí; el
infierno se desata contra los Religiosos, y la
orden a la que tengo el honor de pertenecer,
perderá tal vez pronto dos casas. Confiemos en la
Providencia del Señor.
No sé si puse bien la dirección. Pero, como
usted es muy conocido en Turín, creo que le
llegará mi carta.
No encuentro suficientes palabras para decirle
cuánto desearía volver a verle. Tendría muchas
cosas que contarle y muchos consejos que pedirle
para mi pobre conciencia. Nunca olvidaré aquella
visión que usted me participó hace algún tiempo.
Usted vio sobre mi cabeza una nube obscura, y
encima de ella dos ángeles, que sostenían una
corona de rosas. En mis muchas tribulaciones y
contrariedades, seguidas siempre de algún consuelo
espiritual, y reflexionando especialmente en la
gran necesidad que tengo de la santa humildad, mi
mirada se ha vuelto y se vuelve espontáneamente a
esta visión, en la que venero la palabra de Dios.
íCuántas cosas tendría que decirle sobre eso!
Espero que, si voy a Italia, tendré el honor de
verle y hablarle mucho rato.
Ya que no puedo personalmente, me atrevo a
ofrecerle mis más distinguidos respetos en
fotografía. A mi lado está mi pobre madre, cuya
conversión recomiendo a sus fervorosas oraciones.
Ruégole me perdone la prolijidad de la
presente. Esto le demostrará la confianza que
tengo en usted. Me remito en todo a V. M. R. P. y
a sus óptimos consejos y me encomiendo
encarecidamente a sus oraciones. Con el
sentimiento de mi mayor aprecio y la más
respetuosa devoción, me profeso,
De V.M.R.P.
Marseille, 10 de octubre de 1880
Humilde y
obediente servidor en J. C.
PIO M.¦ MORTARA
Canónigo
Regular de Letrán
(**Es14.654**))
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