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Relación del Delegado Rho al
Ministerio
El bachillerato anejo al Oratorio de San
Francisco de Sales en esta ciudad, cuyos alumnos
son siempre más de trescientos, está dividido,
como los bachilleratos estatales, en cinco cursos,
en los que se enseñan las materias, se siguen los
programas y se usan los libros de texto prescritos
o recomendados por la ley y por las vigentes
instrucciones ministeriales.
En dicho centro no se admiten alumnos
externos.-Sus alumnos pertenecen generalmente a
familias pobres o poco acomodadas que pagan la
módica pensión de 24 liras mensuales. Si la
familia del alumno no puede pagar, se hace que
pague la cuota entera, o por lo menos una parte,
algún pariente o algún bienhechor. Son muy pocos,
como lo afirman personas dignas de fe, que han
estado en dicho centro, los alumnos que consiguen
ser mantenidos gratuitamente.
Los mejores alumnos del quinto curso del
bachillerato se presentan cada año, en número de
veinte o treinta, a los exámenes de bachillerato
en uno de los institutos estatales de esta ciudad
y, generalmente, con feliz resultado. Estos,
juntamente con algún otro de sus compañeros,
visten después el hábito eclesiástico y pasan al
curso trienal de filosofía (que nunca se quiso
someter a la vigilancia de la autoridad
escolástica) y, luego, al de teología, que se
cursan en el mismo Oratorio de San Francisco de
Sales, y acaban por inscribirse en la orden de los
sacerdotes salesianos, instituida por don Bosco y
reconocida por la Santa Sede.
Estos sacerdotes salesianos, posteriormente, si
tienen una inteligencia regular, encuentran la
manera de ingresar en la Universidad y consiguen
licenciarse en letras o, cuando menos, el diploma
de habilitación para la enseñanza del bachillerato
elemental; los otros se conforman con presentarse
a los exámenes para maestros de enseñanza
primaria. De esta manera, don Bosco se hace con un
buen número de docentes, legalmente habilitados
para la enseñanza, que destina a los centros que
él mantiene en Italia y fuera de ella.
Pero como éstos son demasiados, para que don
Bosco pueda proporcionar maestros legalmente
aprobados a todos, sucede a menudo que debe
valerse de personal docente sin título legal y
que, al encontrar por esto alguna oposición en la
autoridad escolástica, se permite acudir a
subterfugios y artimañas, que le acarrean grave
culpa ante las personas que, en la sincera
observancia de las leyes de la patria, colocan el
primer deber de quien se dedica a la educación de
la juventud.
De todo esto me parece que se puede deducir que
el Bachillerado anejo al Oratorio de San Francisco
de Sales debe ser considerado, más que nada,
((**It14.756**)) como
un vivero del que el reverendo Juan Bosco,
fundador de una orden religiosa, saca sus socios,
algunos de los cuales son dedicados por él a la
enseñanza de los muchachos en sus numerosos
instintos.
No cabe duda, pues, que dicho bachillerato
tenga por fin proporcionar algún beneficio a unos
cuantos jóvenes, sacándolos de la humilde
condición en que se encuentran para hacer de ellos
sacerdotes normales, que emprenden después
generalmente la carrera de la enseñanza, bajo la
inmediata dirección del superior de quien
dependen; pero, también es verdad que dos tercios
de los alumnos de dicho instituto, interrumpen sus
estudios a mitad de curso o no entran después de
haberlo terminado en la orden de los Salesianos y
vuelven a la sociedad sin medios de fortuna, sin
peparación para los trabajos manuales, de los que
fueron arrancados de niños, y sin
(**Es14.645**))
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