((**Es14.622**)
engaños, sino por el camino lícito de las
reclamaciones y súplicas, sustraerse a las
inconsideradas o arbitrarias aplicaciones de
aquélla?
Por esto se le contestó (a don Bosco) que el
Gobierno no podía hacer excepciones a la ley y que
éste era el motivo por el que su petición no podía
ser escuchada. A pesar de ello, siguió don Bosco
teniendo los maestros no titulados, y la autoridad
escolar local, que hubiera podido y, tal vez
debido, promover desde aquel momento el cierre del
centro, por encontrarse con que ya había comenzado
el curso escolar, se limitó a invitar por segunda
vez al director a acomodarse a la ley, al menos
para el curso siguiente, a saber, para el 1878-79.
Ciertamente, si en toda esta historia hay algo
que puede ofender el ojo de un hombre poco
práctico, es lo que se dice en este último pasaje.
Don Bosco, recibida la respuesta del Ministerio de
que no le concede valerse de maestros no
titulados, sigue teniendo los mismos maestros no
cualificados para la enseñanza.
->>Por qué?
La respuesta es sencillísima: porque no
disponía de otros.
-Que se los proporcionara.
-No podía por entonces, y nadie está obligado a
lo imposible.
-Que cerrara las escuelas.
-Despacio. Las escuelas habían estado
legítimamente abiertas durante treinta años y,
hasta ahora, no se había dado ningún decreto de
cierre y >>qué moralista se atrevería a obligar a
don Bosco a dar un paso semejante?
Y aquí termina la historia de los delitos de
don Bosco, expuesta por el señor Delegado de
enseñanza, pues lo que sigue ya fue examinado en
la carta anterior o no tiene nada que ver con
nuestro asunto.
Ahora bien, >>dónde están los hechos, con los
que don Bosco ha demostrado una increíble
obstinación y una absoluta falta de respeto a la
ley y al que debe hacerla cumplir?
Aquí terminaría yo mi cometido. Pero,
saliéndome un poquito de los límites que me había
propuesto, creo oportuno referir un hecho, que
demuestra a la vez el gran empeño que don Bosco
tenía por obedecer las leyes y la tolerancia de
las autoridades escolares con él. Después de la
visita, que hizo el Delegado a las escuelas del
Oratorio de San Francisco de Sales, se escribió,
por orden del Consejo escolar, una carta a don
Bosco, en la que se le amenazaba gravemente, si no
hacía que en sus escuelas dieran la enseñanza
profesores titulados. Don Bosco contestó con una
súplica al Presidente del Consejo escolar, en la
que declaraba que era imposible que sus profesores
impartiesen ((**It14.728**)) la
enseñanza a las horas que quería el Delegado, y
suplicaba que se conformase con dejarles enseñar a
las horas más compatibles con sus otras
ocupaciones. Que si se le quería imponer un
horario, se le concediera valerse, por lo menos
durante dos años, de profesores no titulados, y
concluía la súplica con estas palabras:
<>.
Esta súplica no obtuvo más respuesta que el
decreto de cierre.
He creído oportuno hacer estas pocas
observaciones en defensa de mi bienhechor
(**Es14.622**))
<Anterior: 14. 621><Siguiente: 14. 623>