((**Es14.618**)
normal al señor Delegado Real de la provincia, el
15 de noviembre del año pasado, 1878. Este mismo
decreto no menciona ninguno de los motivos
expresados en el artículo doscientos cuarenta y
siete, que expone las graves causas que pueden
autorizar al señor Ministro para cerrar un
colegio; a saber, por causas graves en las que
esté comprometida la guarda del orden moral y la
tutela de los principios que gobiernan el orden
social público del Estado y la salud de los
alumnos.
Y con respecto al hecho en que se funda el
Consejo escolar de esta provincia, afirmo que no
hay ninguna ley que prohíba a un profesor titular
el poder hacerse suplir en caso de necesidad,
tanto más cuando, como en el nuestro, los
suplentes tienen títulos equivalentes y han
presentado varias veces sus alumnos a los exámenes
públicos con óptimo resultado. Todo queda mejor
explicado en el documento adjunto de aclaraciones.
Así las cosas, ruego a V. E. se digne anular los
efectos legales del mencionado decreto o, al
menos, hacer darme respuesta, que me sirva de
norma para dar pasos ulteriores, con el fin de no
perjudicar el porvenir de los pobres hijos del
pueblo, que la Divina Providencia me quiso
confiar.
Tengo el honor de profesarme,
De V.S.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
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<> en defensa
de don Bosco
La última gloriosa hazaña del
Ministro, a saber,
las escuelas de don Bosco y el
Ministro Coppino
íAntes de abandonar el poder, Miguel Coppino,
Ministro de Instrucción Pública, llevaba a cabo
una gloriosa hazaña verdaderamente digna de él! EI
pasado mayo había extendido un decreto ordenando
((**It14.723**)) el
cierre de las escuelas, que el benemérito
sacerdote don Bosco tiene abiertas en el Oratorio
de San Francisco de Sales en Turín, en favor
especialmente de los jóvenes pobres. Coppino,
próximo ya a caer, hizo notificar aquel decreto al
mismo don Bosco, produciéndole un gravísimo
disgusto al obligarle a despedir y echar a la
calle nada menos que a trescientos muchachos
pobres, algunos de los cuales le han sido
confiados por el mismo Gobierno.
Ha servido de pretexto para el decreto que en
una visita repentina, hecha a las escuelas del
Oratorio, no se encontraron en su puesto de
enseñanza los maestros titulados; y esta nota se
transmitió al ministro de Instrucción Pública;
pero esta ausencia casual no podía ofrecer, en
nuestro caso, ninguna razón legal para ordenar el
cierre de las escuelas. Puesto que, en los centros
privados, no hay ninguna obligación de atenerse al
horario del Gobierno, y el no haber encontrado en
las escuelas de don Bosco, en una hora
determinada, a los profesores titulados, no
significa que esos profesores no hayan estado
antes o no fueran más tarde a dar su lección. De
manera que, aun de cara a la ley, el decreto de
Coppino es arbitrario y despótico.
A pesar de todo, don Bosco, que quiere ejercer
su apostolado de caridad y no hacer guerra al
Gobierno, está dispuesto a ejecutar el decreto,
reservándose el derecho, que le corresponde, de
hacer valer sus razones contra semejante abuso del
poder.
(**Es14.618**))
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