((**Es14.610**)
-Ahora renueva la acusación de todos tus
pecados confesados y no confesados ((**It14.714**)) por
descuido; toma buenos propósitos para este fin y,
si llegas a descubrir todavía alguna falta o deber
no cumplido, reconoce tu mal y haz un firme
propósito de emplear todos los medios para
corregir tus defectos de siempre.
11 de noviembre de 1883. Después de la
ordenación sacerdotal:
-Mira: ahora que has llegado a tu meta, no
pienses más que en una sola cosa. Piensa en tu
único y último fin, que es prepararte para una
buena muerte. Acuérdate, pues, de ponerlo en
práctica desde ahora y no esperes a que la muerte
te sobrevenga de improviso.
16 (el original en francés)
Testimonio sobre el sueño para el
mal de ojos
Muy señor mío:
He leído en el Boletín Salesiano que ustedes
ruegan a los que tuvieron alguna relación con el
venerable don Bosco que les remitan la reseña del
hecho particular que fuera del caso.
Tuve la dicha de conocer a vuestro venerado
Fundador, cuando aún residía en San Francisco de
Asís con don José Cafasso; siempre que yo pasaba
por Turín, iba a visitarle adonde residen ustedes
actualmente.
Me contó un día que había estado casi ciego
durante cierto tiempo. Apenas si podía leer. Una
noche soñó que estaba sentado a la mesa; había
sobre ella una botella de cristal, cercada de una
guirnalda de verdura y en el fondo de la misma
había dos dedos de un licor verde. Le preguntó al
hombre que estaba a su lado en la mesa para qué
servía aquel licor. EI hombre respondió:
-Para curar el mal de ojos.
Entonces rogó le revelara cómo se hacía. Y el
otro contestó:
-Se toma achicoria y se machaca para extraer el
jugo que contiene.
Había entre sus religiosos uno que antes había
sido farmacéutico, y le rogó le obtuviera el jugo,
que le curó.
Le cuento lo sucedido, tal y como me lo narró
el Venerable don Bosco. Poseo una carta autógrafa
que tuvo la amabilidad de dirigirme. Les enviaré
una copia exacta de la misma, apenas regresé a
Aosta.
Tenga la bondad, querido señor, de recibir mis
afectuosos saludos y créame siempre,
Su seguro servidor
J. B. GAL 1
1 EI abogado Juan Bautista Gal, de Torgnon, en
el Valle de Aosta, fue un hombre culto y óptimo
católico. Fue también secretario particular,
primero del ministro Gioberti y luego de Camilo
Cavour. Más tarde trabajó en el Ministerio de
Asuntos Exteriores, hasta 1870, en que se jubiló.
Visitaba a menudo a Don Bosco. En 1841 frecuentaba
la Residencia Sacerdotal, donde se hicieron muy
amigos, y lo fueron hasta su muerte. Solía pasar
el invierno en San Remo.
(**Es14.610**))
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