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((**Es14.597**)((**It14.699**)) 6 Inesperada visita del Arzobispo al Oratorio Amadísimo Padre y Reverendísimo don Bosco: Un acontecimiento inesperado ha honrado ayer nuestro Oratorio, pero dando lugar a mil conjeturas. Se iba a representar el drama de San Pancracio y, entre las invitaciones, se envió también una al canónigo Chiuso. Ayer por la mañana se presentó en la portería un empleado de la casa de S. E. Rvma. y, después de informarse de la hora exacta del comienzo del drama, añadió que el señor Arzobispo tenía intención de asistir, y que llegaría a la hora indicada. No le repetiré los mil comentarios que, en todo sentido, se hicieron ante tan inesperado anuncio. A la una y veinte estaba preparada la banda del Oratorio para celebrar la llegada; pero, siendo ya muchos los que habían venido y pasadas las dos, la banda tuvo que subir al salón del teatro para entretener al público. A las dos y media llegó al Arzobispo y, aunque ya no estaba la música, le esperaban para recibirlo don José Lazzero, don Juan Branda, monseñor Belasio, algunos sacerdotes más del Oratorio y este su humildísimo hijo. Mientras se le acompañaba hasta el salón, se le pudo explicar que la ausencia de la banda para su recepción en la casa se debía a que se encontrase arriba para entretener al numeroso público y también para estar dispuesta a dar comienzo a su entrada. En efecto, S. E. fue recibido en el salón con una salva de aplausos y al son de una sinfonía. Terminada ésta, un joven leyó desde el escenario, con mucho garbo, unas palabras de agradecimiento a Monseñor y presentó brevemente el programa de la tarde. S. E. quedó muy satisfecho y expresó su satisfacción a los que estaban a su lado, por la magnífica declamación de aquel jovencito. A la derecha de monseñor Gastaldi, se sentaba monseñor Scotton, a la izquierda monseñor Belasio, y a un lado y otro varios sacerdotes, su Secretario, don José Lazzero, don Antonio Sala, y yo mismo, que me senté al lado de Monseñor Belasio. S. E. parecía muy satisfecho por todo, y expresó varias veces su sentimiento, con repetidos aplausos, y con palabras de aprobación y felicitación. La representación transcurrió con satisfacción general, y S. E., que estuvo hasta el fin, la expresó abiertamente ante don José Lazzero y nosotros, que le rodeamos y acompañamos hasta el coche. No hubo inconvenientes de ninguna clase y, si alguno llegó a temer que no todo pudiese agradar a S. E., tuvo que convencerse de lo contrario por el constante interés que demostró. Un incidente del que fui testigo me confirma en este pensamiento. Después del primer acto, monseñor Belasio tuvo que salir para preparar su viaje (salió esta mañana) hacia el sur de Italia. Tuve el honor de ocupar su sitio, ((**It14.700**)) a la izquierda de S. E. Durante los entreactos, pude oír a monseñor Scotton, a la derecha de Su Excelencia, cómo, hablando de las ventajas e inconvenientes de los dramas religiosos, dijo que, en su tierra, no se permiten con tanta facilidad las escenas que representan a los confesores de la fe, considerando que, en lugar de aumentar su aprecio, pueden quedar rebajados al nivel de los defectos humanos, patentes en los actores que los representan. Yo no tomaba parte en la conversación, pero, al oírla, temía que las palabras de Scotton, non scottasero 1 demasiado, dado caso que a Su 1 Juego de palabras; <> significa quemar. (**Es14.597**))
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